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La melodía de la vanguardia en la obra de May Perea


José Fernando Gabardón de la Banda. El taller de un artista ha sido siempre un lugar de encuentro, de emociones, de gustos fluidos, donde impera la belleza en la muestra de las obras creadas en las que su creador, como un verdadero demiurgo, lo expone a la visión de los espectadores que ensimismado observan la obra creada, sean sus clientes, los que han encargado la obras o bien los meros aficionados al arte. Y es que están concebido como un verdadero gabinete en la que se entremezclan todo tipo de instrumentos de trabajo, desde pinceles a gubias, lienzos a caballetes, modelados de barros a los cubiletes llenos de óleos, a lo que podemos encontrar a algún modelo del natural, que ayuda a concebir con una mayor precisión su proceso creador.

Cada taller es un mundo, perfila su propia personalidad, muestra sin duda alguna su concepción subjetiva, delimita su convicción ante el mundo artístico. De esta manera van a existir una heterogeneidad de talleres, que han ido evolucionando desde su creación desde el siglo XV hasta nuestros días. Desde los talleres de imaginería de nuestros imagineros barrocos, o los de los grandes genios pictóricos consagrados, hasta los de los artistas contemporáneos ha ido recorriendo una historia singular.

El taller como lugar de creación, como gerente del espíritu del propio artista, en la que se encierra su propia identidad, su propio microorganismo. Un tipo especial de talleres que no se ha dado tanta impronta en el ámbito de la historia del arte ha sido el de los enmarcados. Y es que desde el siglo XIII enmarcar se convirtió en un arte, con las pinturas sobre madera, siendo ya en el Renacimiento que comenzaron a popularizar una amplia diversidad entre los artistas italianos, siendo en Venecia los que se convierten en uno de los principales productores.

Y ya en el barroco se hicieron un arte en sí mismo, delimitado en marcos de rocallas que le daban prestancia al propio lienzo. Los diseños industriales de la contemporaneidad revolucionarían el mundo del marco, no perdiendo en muchos casos su matiz artístico. Y es que el mundo del marco se convierte en un arte en sí en el mundo moderno, no solo como encuadre de una composición, sino que en muchas ocasiones el color escogido, el material en que esta hecho o incluso la propia confección, convierte al hábil artesano en un artista. Y es cuando estos talleres de enmarques se convierte en verdaderos talleres de artistas, en un escenario en la que las imágenes o lienzos creados son sustituidos por la gran diversidad de marcos, no sin considerarlos auténticos gabinetes de creatividad, que no han llegado a ser considerado por la historiografía artística.

Más aún cuando en si mismo, muchos de ellos también se dedican a la pintura o a la escultura, por lo que por su formación les lleva a convertir al marco en un género en sí mismo. Y es sin duda en la obra de May Perea donde podemos encontrar en una simbiosis, la pureza que conlleva el arte de enmarcar, la propia creadora de lienzos y grabados, así como ser una magnifica muestra de su labor como diseñadora gráfica.

Tengo que confesar que no hace tiempo que conocí a esta genial creadora, fue una gran sorpresa, ya que casualmente al pasar por el laberinto de callejuelas que va desde Cuna a Sierpes, en esa encrucijada escondida me topé con ese taller de ensueños artísticos que es EntreArte Enmarcaciones, en la que pude comprobar personalmente su capacidad creadora, así como la de su propio hermano Miguel Ángel, un excepcional artista que se había especializado en pintura, cuya obra merece una recopilación. No solo descubrí muy pronto la habilidad artística de María del Carmen Perea Cabello, May Perea, sino además su arrolladora personalidad  de su persona que no deja indiferente, en la que la alegría y la amabilidad la envuelven en cualquier conversación que mantenga, siempre dispuesta a escuchar.

De esta manera compartió conmigo algunas tardes otoñales en su propia tienda en conversaciones interminables sobre proyectos artísticos que comenzamos a gestionar, teniendo la gentileza de participar, que para mí fue un honor, en la mesa redonda que organicé en la Librería Verbo en la Calle Sierpes, junto con el periodista José Joaquín León, el fotógrafo y cardiólogo Román Calvo y el pintor César Ramírez dedicada a la Semana Santa del siglo XXI.

Ya en su propio relato biográfico se esconde la silueta de una mujer artista propia del siglo XXI. Nació en 1976, en uno de esos barrios históricos extramuros nacido en el seno de un arrabal como fue San Roque, un barrio que en sus años de infancia fue objeto de una gran transformación urbanística. Sus primeros años académicos lo pasaría en los colegios del Santo Ángel de la Guardia y en los Salesianos de la Trinidad, en la que fue ya delimitando una vocación artística, en la que ya daba muestra desde que era una niña, aunque según confiesa ella misma no fue una alumna brillante, ya que solo aprobaba Gimnasia, religión y dibujo.

Su amor por el arte le llevaría a ingresar unos meses en Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, y posteriormente en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. La propia artista señala como los dibujos de Ignacio Cortés y de Manuel Sánchez Arcenigui marcaron mucho su formación, así como las clases de fotografía de Antonio González Alba o las impartidas de Carmen Márquez y May Andreu. Una vez obtenido la licenciatura en el año 2001, comenzaría dar clases de Diseño gráfico y de pintura en Castilleja de Guzmán, en que comenzó a vincularse plenamente, fijando su residencia desde el 2003 hasta hoy, un pueblo que huele a poesía y arte desde que Forestier dejara ese maravilloso parque, cuyos colores probablemente impregnaron su propia evolución artística. Un año después de haberse trasladado al pueblo contraería matrimonio en 2004, Juan Antonio Franco, teniendo dos hijos, Carmen y Juan.

Al mismo tiempo entre los años 2002 y 2003 entraría a trabajar en Paspartú junto con su hermano José Antonio y Miguel, hasta que su dueño decidió cerrarla y ambos hermanos la convertirían en la actual EntreArte Enmarcaciones.  Con una vida personal plena se fue desarrollando su actividad artística, una obra que no deja indiferente a nadie, en la que conjuga una excepcional habilidad en el estudio del grabado y en el diseño aplicados a logos en la elaboración de logos y la creación de premios y obsequios.

Como confiesa la propia artista en muchas ocasiones es en el campo del grabado donde se despliega verdaderamente su talento creativo, en la que podemos admirar no solamente su despliegue técnico, sino al mismo tiempo su cuantiosa proliferación en el manejo de la temática.

Es excepcional la representación del banderillero, una litografía en aluminio que realizaría hacia el año 2002-2001- Menos conocida pero excepcional es su obra plástica, que define a una escultora emprendedora, como podemos apreciar en su obra Escultura, alambre y soldaduras del 2013, impregnado de un lenguaje vanguardista excepcional, una frescura de aquellas figuras caminantes de Giacometti, e incluso recordándome obras actuales tan emblemáticas como el Pensador de la localidad de Dos Hermanas, realizado por José Pedro Mora Fernández en el 2017, a la que había que añadir la obra Escultura, alambre y soldadura del 2016.

El uso del alambre de acero soldado delimitando la composición proyecta una mirada conceptual y simbólica a su propia obra. El estudio del cuerpo humando lo había utilizado en algunos grabados del esqueleto de sus cursos del dibujo en la Facultad de Bellas Artes.

El buen uso de los volúmenes en la moldeabilidad de la terracota está plasmado en los retratos que realizó en 2017 para los Premios de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas. Es en la singularidad del diseño gráfico, un arte que se ha ido abriendo camino, despojándose de su concepción puramente técnica, donde nuevamente se plasma con vigor su concepción artística. Serán en las ilustraciones de algunas portadas de algunos boletines de hermandades y cofradías donde ha sabido impregnar un innovador lenguaje estilístico, dotando a la reproducción de la imaginería una nueva mirada, una frescura que devuelve con sintonía el icono representando y el contexto contemporáneo de las artes visuales, como la portada del Boletín del Dulce Nombre de septiembre del 2015, con una preciosa imagen de la Virgen, realizada en lápiz sobre papel o la del Boletín de la Hermandad del Museo, correspondiente a la Cuaresma de 2018, realizada en técnica mixta sobre tabla.

En esta línea cabe incluir los propios recuerdos a conferenciantes y hermanos homenajeados, como el realizado al profesor José Roda Peña por su conferencia con motivo del Bicentenario de la hechura de la Virgen de la Esperanza en octubre del 2019, en la que se muestra a la Dolorosa de Juan de Astorga sobre un original soporte de madera en la que juega con la mirada del espectador al incluir manchas blancas que dan sensación de hueco. Estaría realizado en corte y grabado al láser de madera de fresno. Su aportación a la Hermandad de la Trinidad se completaría con la realización del propio logo creado de la Hermandad de la Esperanza Trinidad por el Bicentenario con los colores azul y rojo, delimitando los brazos de la cruz inacabada trinitaria, presidido por el propio escudo. Los acrílicos, preciosos óleos cuyo aglutinante es el agua, se convierten en sus manos en una verdadera maestra como las representaciones de la Virgen del Rocío o el Cristo del Soberano Poder ante Caifás, del año 2019, de una suavidad de modelado, en la que la luz se convierte en un factor determinante.

La melodía de la vanguardia que ha ido elaborando en torno al mundo cofrade lo fue plasmando desde sus inicios de su carrera. No cabe duda que el cartel que realiza en 2008 para el concurso y gala del memorial Font de Anta promovida para la cadena Sevilla Televisión en el año 2008 despertaría el interés por su obra. Se trataba de una preciosa síntesis visual del palio, en este caso el de la Esperanza Macarena, en la que se plasmaba el movimiento de las propias bambalinas y varales, en la que entre chispas de colores, a ritmo musical, quedaba insertado algún querubín músico.

En el año 2011 realiza el cartel Cíngulo y Esparto, probablemente la obra que le inicia la fama como excelente cartelista, representando al Cristo de la Hermandad de Jesús Despojado. No era un cartel cualquiera, ya que se trataba de mostrar a la imagen que su propio abuelo, Antonio Perea Sánchez realizó en 1939. Realizada en mixto sobre madera, acrílico, transfer, collage y lápiz, muy habitual en algunas de sus composiciones, supo mostrar una gran delicadeza, en la que la imagen de medio busto emerge sobre fondos de manchas azuladas, en la que aparece una silueta de su propio abuelo tallando en el estudio. La grafía con el título Cinturón y Esparto con las letras góticos sobre pan de oro confirma su habilidad artesana. Y es que el tratamiento técnico de la obra se acercaba a la concepción del diseño gráfico, de la que es una verdadera maestra. Con esta obra dejaba atrás otros carteles de años anteriores como fueron los del I y III concurso de marchas procesionales Memorial Font de Anta, el cartel obsequio para el II festival del carnaval Ciudad de la Algaba y el II Cartel para las Jornadas Taurinas en Groucho.

Su consagración en la cartelería de la Semana Santa sería el realizado en 2019, cuando la Hermandad de los Estudiantes y la Universidad de Sevilla le encargan el cartel del Pregón Universitario. En esta obra se resumen la definición de todo su estilo, una pureza de líneas, finura compositiva que se pone de relieve en la excepcional representación de la Dolorosa vestida de hebrea, de las que emana unos resplandecientes rayos dorados, donde podemos apreciar cómo se va diluyendo las pinceladas desde el centro hasta los contornos de la composición. Una bella resolución de la Dolorosa de Juan de Astorga, situado en un cuadrado inscrito en un círculo, y como señala la propia autora, está realizada para verla desde lejos con una visión de un plano ascendente, para mirarla desde abajo. Un bello lema en términos latinos queda insertado, “in gremio matris sedet sapientia patris”, en el seno de la Madre se encuentra la sabiduría del padre, que es el utilizado en el palio.

Una preciosa composición del Gran Poder para la revista Pasión en Sevilla, editado por ABC, en el año 2019, realizada en carboncillo sobre papel, digitalizada con el fondo morado y las propias letras con un tratamiento de ordenador volvería a dar muestra de la impronta renovadora que la artista ha sabido dar a sus últimas obras. Se trata de una propuesta de elaboración de un cartel, en la que de haberse realizado se hubiera convertido en otro de los grandes exponentes del arte del cartel. Sus últimas composiciones siguen llenas de vitalidad creadora como podemos apreciar en las portadas del Boletín de la Hermandad de la Vera Cruz de Brenes y la portada y contraportada del Anuario de la Hermandad de la Trinidad del 2020. Un precioso retrato de Jesús de la Esperanza, de la Hermandad del Puente del Cedrón queda como reflejo de la inquietud creadora de esta joven artista. Y es que su obra se puede definir como la melodía de la vanguardia.

A mi amiga May Perea, una excepcional artista que descubrí en mi camino, como recuerdo de muchas tertulias en su especial taller.  

José Fernando Gabardon de la Banda. Profesor de la Fundación CEU San Pablo Andalucía. Doctor en Historia del Arte. 

Fotos: Roman Calvo Jambrina










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