Último domingo de alarma. Antonio Sánchez Carrasco

Se van los días y ya parece de otra vida aquel 14 de marzo en el que empezamos el descenso a los infiernos. Aquel día me plantee escribir para Arte Sacro cada día mientras durara el estado de alarma.

Lo que al principio parecían quince días se fue convirtiendo en un agujero negro que fue engullendo la primavera.

La estación que le da vida a esta ciudad quedó circunscrita a los balcones. Se paró en la memoria y se nos fue escurriendo entre los dedos como la arena de una playa que cada vez veíamos más como utopía que como alternativa.

Poco a poco gracias al trabajo de la primera línea y a la responsabilidad de la mayoría fuimos viendo la luz al final del túnel. Fuimos echando las noches y los días entre ausencias y recuerdos. Y ahora se acaba el estado de alarma. Se terminan estos textos que salieron muchas veces de la nada.

Siempre volveré a Arte Sacro aunque sea de manera semanal o puntual, porque siempre hay que volver a casa y siempre que vuelvo me reciben a manos llenas. Cada vez que se me cruce una historia aquí seguiré. Esperemos no tener que volver a escribir palabras como confinamiento, pónganse su mascarilla y lávense las manos y no dejen de leer Arte Sacro. Fue un honor. Como dijo Mc Carthur en el Pacífico volveré.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.