Arte Sacro
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El día de los cordones doloridos. Antonio Sánchez Carrasco


Así me llamaba desde la cabecera de mi cama. Si, sin duda, tres años sin Rocío. Tres años porque a la pandemia mundial yo uní un año más de pandemia personal. Tres años sin sentir ese cosquilleo que sentimos cuando esta noche se actualice Arte Sacro, estaremos los de los cordones verdes teniendo en la barriga. En esas entretelas donde duelen y se sienten las cosas de verdad.

Hoy he apretado mi medalla en la mano hasta casi marcar la silueta de la Madre de las Rocinas en la palma. Sentir como la pandemia ha hecho enfermar y morir a tantas personas te hace acordarte de como éramos antes del Virus.

Hoy habría llegado yo a Triana al alba para ver como el Simpecado de mi infancia se trasladaba a Santa Ana. Con mi amigo Fernando, que vive tan cerca de Santa Ana, que no necesitaría madrugar para verlo, pero aún así ahí está conmigo.

De ahí a aquello que empezaba con “te saludamos Blanca Paloma, te saludamos Madre de Dios” y a ese estado entre la ensoñación, las lágrimas contenidas y la sonrisa de oreja a oreja. Y a partir de ahí la gloria misma. Me cruzaría con la sonrisa eterna de mi amiga Rocío, que ahora nos cuida desde las marismas azules. Mi amiga Mayka, esa romera sanluqueña, que fichamos los del arrabal en comisión de servicios. Palomita pal buche con el Trujillo y a andar. Hasta donde Ella me lleve. Ya veré como me vuelvo. Ya llegaremos donde esté ese vehículo que nos devuelva a la Ciudad. Y cuando mi Lola saliera de trabajar camino de Torrequemada, Pozo Máquina,..., que con Ella me haría el camino con Turquía mismo. Y el sábado en la Gandinga de los palos y sombreros al aire, en la segunda oleada de “te saludamos, Blanca Paloma...”. En ese guión que la vida me quitó en 2019 y que me daba para sentir eso que se siente cuando se acaba esto, y resuena en tu cabeza “adiós Blanca Paloma, adiós Tesoro Marismeño...”

Hoy muchos dormirán aferrados a ese trozo de fe que pende de un cordón verde y mañana, cuando el día de salida llegue y no te asomes a la puerta entraremos a buscarte para apoyarnos un año más en ese pedacito de cielo que los trianeros tenemos en una carreta. En esa calle en la que mi Padre vivió sus primeros años, el que me enseñó el camino de la gloria que lleva hasta las plantas del amor de la Madre de las Rocinas.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.










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