Día de Corpus en una Sevilla eucarística sin procesión otro año más

Juan Manuel Labrador. No olía a romero por las calles, ni rostros madrugadores de cofrades que, antes de acudir a la catedral, viniesen de contemplar al Señor de la Sagrada Cena en su traslado a Palacio Arzobispal. No había tampoco portadas efímeras ni toldos ante el consistorio, y la Hiniesta Gloriosa se hallaba ausente otro año más. Esa era la dura realidad, pero ya queda menos para que volvamos a ver estandartes en la mañana de este jueves que reluce más que en sol entre la llama de los cirios de los hermanos que escoltan al Santísimo Sacramento.

Se echaban de menos a Sor Ángela de la Cruz, a las Santas Justa y Rufina, a San Isidoro y a San Leandro, a San Fernando acompañado por la Banda Sinfónica Municipal, y a la Inmaculada precedida por el Consejo General de Hermandades y Cofradías, y a la Sacramental del Sagrario con su Niño Jesús. No hubo custodias, ni chica con la Santa Espina ni grande de Arfe. Pero Él, Dios en el Santísimo Sacramento del Altar, no faltó, porque la Eucaristía jamás está ausente de nuestras vidas.

No fue a las 8 de la mañana, como siempre, como cuando el 15 de agosto debe salir la Patrona. Fue a las 10 la Santa Misa presidida por el administrador apostólico, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, que ya se despide como pastor de nuestra archidiócesis. En la celebración, con representantes de las distintas instituciones y colegios de la urbe y con la propia corporación municipal, encabezada por el alcalde Juan Espadas Cejas, además de autoridades militares, monseñor dijo en su plática que "Sevilla es sumamente eucarística, signo de una larga tradición, y Dios quiera que no se pierda la adoración a Cristo en la Eucaristía", a lo que añadió que "nosotros como los doce apóstoles, como Pedro, confesamos nuestra fe en este sacramento admirable, pues la Eucaristía es presencia real, allí está su cuerpo, su alma y su divinidad", y concluyó con un mensaje rotundo y claro: "El Señor nos espera en la Eucaristía, nos espera en el sagrario".

Tras la misa, se desarrolló una procesión claustral en la que el Santísimo pasó ante la Capilla Real de la Virgen de los Reyes, y transitando junto al monumento de Colón, llegó al trascoro para salir por la puerta de la Asunción, donde monseñor Asenjo impartió la bendición como ya lo hiciese en 2020. Sin embargo, el comportamiento de algunos transeúntes no contribuyó ni a la solemnidad ni al recogimiento de lo que se estaba viviendo, y faltó comprensión ante unos medios de comunicación que no hacían otra cosa que llevar esa bendición de Dios a tantos que no podían hallarse en la avenida de la Constitución.

Mañana soleada de plenas ausencias y de nostalgias, si bien en algunos escaparates se paliaba ese sentir triste para recordar con sus montajes que hoy, a pesar de todo, era y es día de Corpus en Sevilla.