Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • miércoles, 24 de abril de 2024
  • faltan 354 días para el Domingo de Ramos

El Stabat Mater. Jesús Luengo Mena


Dentro de las prácticas de la piedad popular en este tiempo cuaresmal dedicamos este artículo al Stabat Mater.

Y necesariamente hay que introducir el asunto hablando de la Secuencia, ya que los versos del Stabat Mater componen una de las cuatro secuencias que la Liturgia hoy día ha conservado en la misa.

En su origen, la secuencia era una composición litúrgico musical, que surgió como la prolongación del Aleluya, como una larga vocalización de la «a» final del Aleluya. Al ser de tono festivo se llamaron inicialmente jubilus, y más tarde se llamaron sequentia, porque eran como una continuación del canto del Aleluya. El momento de mayor florecimiento de estas composiciones litúrgicas fue durante los siglos de la Edad Media, donde fueron muy abundantes.

Del jubilus se pasó a un nuevo texto melódico, la sequentia cum prosa, que solía separarse en versos pero desiguales y sin forma rítmica, y se cantaban alternativamente por dos coros, uno de voces blancas y otro de hombres.

En el siglo XI se da lugar a una forma más independiente del Alleluia y ya como poesía rítmica. Surgen las Secuencias que hoy conocemos, de las cuales, la más popular es el Victimae Paschali, atribuida a Wipo de Burugundia († 1048).

Las Secuencias gozaron del favor popular, por su forma simple, silábica, sin la complicación de los interminables jubilus melismáticos, de más difícil ejecución. Las Secuencias se prestaban al canto colectivo, tanto  dentro como fuera de la iglesia. Por este motivo, las Secuencias dieron un gran impulso a lo que hoy llamamos canto religioso popular, es decir los cantos populares de Misa, conformando uno de los tres géneros de la música litúrgica, junto con la polifonía sacra y el gregoriano, que ocupa el primer lugar.

El papa san Pío V (1570), dejó solamente cuatro Secuencias para la Liturgia: Victimae Paschali para la Pascua; Veni Sancte Spiritus para Pentecostés; Lauda Sion para el Corpus Christi y el Dies Irae para las misas de Requiem de difuntos. Posteriormente se añadió por Benedicto XIII el Stabat Mater, para la memoria de Nuestra Señora de los Dolores que hoy se celebra el 15 de septiembre. En la actual reforma litúrgica se suprimió el Dies Irae, tal vez por su tono apocalíptico, quedando como obligatorias sólo la de Pascua y la de Pentecostés, y las otras dos ad libitum. La Secuencia, que fuera de los días de Pascua y Pentecostés, es facultativa, se canta antes del Aleluya[1].

La secuencia del Stabat Mater se conoce con ese nombre porque sus primeros versos comienzan así:

Stabat Mater dolorosa

Iuxta crucem lacrimosa,

Dum pendebat filius.

Estaba la Madre sufriendo
llorando junto a la cruz
de la que pendía su Hijo.

Toda la Secuencia la forman unos versos bellísimos y expresivos que se atribuyen al poeta y fraile franciscano Jacopone da Todi (†1306). Esta plegaria, que comienza en latín con las palabras Stabat Mater dolorosa medita sobre el sufrimiento de María, la Madre de Jesús, durante la crucifixión de su Hijo y el inmenso dolor y traspaso que padece al ver a su Hijo colgado de la Cruz. Iconográficamente se representa esta escena con la Virgen arrodillada o en pie, sola ante la Cruz con su Hijo crucificado. Esa dolorosa escena es fuente inagotable de meditaciones y sermones, muy propios de Cuaresma y Semana Santa. No confundirlo con la escena, muy parecida, de la Soledad de María, que aparece sola ante la Cruz vacía o con el sudario.

En Sevilla, la Hermandad de Santa Cruz ha recuperado esa escena, en su primer paso.

El Stabat Mater ha tenido también una gran repercusión en el campo del arte, tanto en la pintura y la escultura como en la música, siendo innumerables las composiciones y los autores que han armonizado esos patéticos versos. Por citar a algunos nombraremos a Pergolesi (el más famoso), Vivaldi, Palestrina, Scarlatti o Haydn así hasta sumar cerca de 200 composiciones musicales.

Litúrgicamente, en la actualidad se sitúa su canto o recitación antes del Aleluya, no detrás, como fue en su origen. Y surge una pregunta: ¿Qué postura corporal debemos adoptar los fieles durante la Secuencia? Actualmente la OGMR no aclara nada, por lo que parece que se debería cantar o escuchar su recitado estando sentados.

¿Se trata de una laguna normativa? Es evidente que no se la menciona. Ahora bien, en realidad, la Secuencia tiene un carácter meditativo, es una recreación de tipo dramático del misterio que se celebra, y como tal, debe cantarse u oírse sentados. En conclusión, si vamos al espíritu, las Secuencias deberían cantarse o escuchar su recitado de pie; si estamos a las normas actuales, habría que cantarlas u oírlas sentados, más por deducción que por claridad en la norma.

 

[1] OGMR 64

Foto: Luis M. Fernández.










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.