Arte Sacro
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Que poquito queda. Docencia de lirios. Alberto de Faria Serrano


 Quiere Él que así sea. Que el destino implacable encienda sus hachones y justo cuando estas líneas tomen cuerpo, el presente de Manolo Ramírez yace aún tras desplomarse sobre el monte de lirios de los pregoneros. Eso es un ejemplo de Buena Muerte. La que se enmarcaba  en el umbral docente de la semipenumbra de la Anunciación. La que se evalúa con el rigor inaprensible del sentimiento y de la reválida de la vida adocenada entre los patios del Rectorado. La que rige el proyecto íntimo de doctorarse en la construcción de un ser integro aprovechado en sus virtudes y cultivado de valores.

Cada día hay un examen postrad@ ante Él. Más hoy no hay ni clase teórica en el aula. Se suspende porque ofrece su talón. Doctrina practica en el laboratorio inaprensible de las esencias cristianas del rito. Catedráticos, profesores, alumnos y becarios de todas las facultades de la vida, acudimos en masa a aprender en vivo el ejercicio de su lección más ardorosa. La veneración de su serenidad  anatómica. La dulzura inerte. El remanso de paz que infunde desde cualquier ángulo de su contemplación y que se aquilata en nuestra alma. La telúrica sensación de sosiego interior ante la viva imagen de la Buena Muerte.

Solo tan cerca es posible entender el contrasentido del sintagma. La oración brota como un esqueje de claveles, sencilla y directamente desde el corazón que no puede inyectar ya mas tinta a la pluma de los sentimientos para seguir tomando apuntes. Por eso Manolo Ramírez ha obtenido apto cum laude en una sola exposición práctica. Por eso dentro de dos martes habrá otra en la que es suficiente aspirar a la Matricula de la Penitencia. Solo habrá una pregunta en ese examen anual que empezará justo cuando caiga bajo el aplomo de la luz de la media tarde abrileña y aparezca bajo el Ángel de la Fama. Y en pos del vergel florido de la Contratación ; ¿Por que Juan de Mesa no me erigió sobre un monte de lirios? Seguro que nadie lo suspende. ¡Que poquito queda!

Foto: Francisco Santiago










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