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Presentada la restauración del manto celeste de la hermandad de la Macarena


Daniel García Acevedo. La Hermandad de la Macarena ha presentado en la tarde de ayer, 28 de mayo, a sus hermanos, devotos y curiosos la restauración del manto de tisú color celeste, que se encargara para la Virgen del Santo Rosario y que estrenó la Esperanza Macarena en el año 1964 durante el triduo de la coronación en la Catedral, a cargo del taller de bordados de José Ramón Paleteiro Bellerin.

En una abarrotada sala de la casa hermandad el hermano mayor, Juan Ruiz, presentó el acto y los miembros que han formado la comisión de seguimiento de la restauración del manto fueron los encargados, con sus palabras, de ponernos en antecedentes y narrarnos toda la historia de los bordados de la época.

Comenzó Gabriel Ferreras  Romero, historiador del Arte del Centro de Intervención del IAPH, hablando de las restauraciones en general. Continuó Antonio Mañes Manaute contándonos una historia de los bordados de la época y finalizó Andrés Luque Teruel que, a parte de ser hermano de la corporación de la Madrugá, es profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y se centró en los bordados de Juan Manuel y de Carrasquilla que posee la hermandad.

Estuvieron presentes, por supuesto, el bordador restaurador, José Ramón Paleteiro y Isabel Melero Gordillo, maestra que trabajó en la confección del manto y que ahora ha estado también presente en su restauración. La pueden ver en la foto delante de la obra.

A continuación pueden leer una reseña sobre la historia del manto y su restauración.

Breve Historia del Manto

El 25 de mayo de 1962, a propuesta del Mayordomo de Ntra. Sra. del Rosario, Manuel Ojeda García, el Cabildo de Oficiales de la Hermandad de la Macarena  aprueba por unanimidad la confección de un manto celeste para la Virgen del Santo Rosario.

Para la realización del mismo se aprueba  el dibujo presentado por José Guillermo Carrasquilla Perea, representante y propietario, junto a su madre, Encarnación Perea, Vda. de Carrasquilla, del Taller de Bordados “La Esperanza”, quizás el más genuino heredero de la “escuela juanmanuelina”, con  cuyo creador, el genial Juan Manuel Rodríguez Ojeda, estaban los Carrasquilla emparentados.

En el contrato que a tal efecto se firma el 10 de enero de 1963 el bordador “se compromete al bordado con materiales de oro fino, de un manto de 4,80 metros de ancho por 2,47 metros de largo, forrado y blonda de oro fino del mismo; también se hace cargo de la confección de 20 metros de tisú de tisú de plata en color celeste”.

 

De igual manera, “el Sr. Carrasquilla hace firme ofrecimiento de que en el trabajo que se le encarga no ha de escatimarse en lo más mínimo, tanto en lo   que atañe a riqueza y variedad de materiales como en costo de ejecución material”.

El dibujo combina la lacería mudéjar de ascendencia regionalista -que ya utilizó Juan Manuel en parte de su obra final y que fue común a otros grandes talleres sevillanos, como el de Olmo- con la estructura y la inserción de motivos barrocos de raíz dieciochesca, que también había empleado en algunos casos el citado Rodríguez Ojeda.

Carrasquilla procedió con una sensibilidad acorde con las nuevas interpretaciones de la Sevilla de la segunda mitad del s. XX, consiguiendo una de las piezas más logradas de sus años de plenitud y de las artes suntuarias contemporáneas. 

 

 

Esta prenda fue estrenada por la Virgen de la Esperanza Macarena en el Triduo preparatorio para su Coronación Canónica el 31 de mayo de 1964.   Desde entonces, dicho manto ha sido utilizado indistintamente tanto por la Virgen del Rosario en sus cultos internos y en la salida procesional del mes de octubre, como por la de la Esperanza, quien lo ha lucido en ocasiones tan señaladas como la Función celebrada el 5 de junio de  1996 por el XXV Aniversario de que le fuera impuesta la Medalla de Oro de la Ciudad.

Restauración

Con fecha 20 de octubre de 2002, la Junta de Gobierno, ante el alarmante deterioro que  presentaba la pieza, inicia el estudio para su restauración. Posteriormente, y tras recabar  información de varios especialistas,  acuerda acometer la misma, encomendándose dichos trabajos al  Taller de Bordados de José Ramón Paleteiro Bellerín, decisión que se toma,  sobre todo, por el prestigio profesional en obras de restauración del citado taller, que cuenta con la garantía técnica de Isabel Melero Gordillo, maestra que ya trabajó en la realización del manto durante su etapa de pertenencia al Taller la Esperanza.

 

En el contrato  que se suscribe entre ambas partes, y entre otras cosas, el Sr. Paleteiro  “se obliga a realizar el trabajo contratado con toda competencia y  diligencia profesional, utilizando únicamente oro fino de primera calidad”.

Dada la complejidad del trabajo, la Junta de Gobierno nombró una Comisión de seguimiento formada por  la conservadora y restauradora del IAPH Araceli Montero Moreno, licenciada en Bellas Artes, el historiador del Arte y uno de los mejores especialistas en la artesanía del bordado de España Antonio Mañes Manaute,  Gabriel Ferreras Romero, historiador  del Arte del Centro de Intervención del IAPH,  y nuestros hermanos el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Andrés Luque Teruel, Miriam García Rivero, licenciada en Geografía e Historia,  Pedro Bohórquez Jiménez, Mayordomo del Rosario,  Pedro Ignacio García Rivero, Prioste del Rosario y Antonio García  Rodríguez, Secretario del Rosario.

 

 

 Tras un concienzudo estudio, en el que la citada Comisión contó con informes del Departamento de Análisis del Centro de Intervención del IAPH, y después de contrastar numerosas pruebas presentadas por  la empresa  textil valenciana Garín 1820, la Hermandad encarga a esta firma  el tejido de una pieza de tisú de seda celeste  y plata, realizada en telar manual, prácticamente idéntica en composición, textura y  tonalidad a la original.

La Comisión, por expreso encargo de la Junta de Gobierno, ha velado durante el proceso de  restauración por el escrupuloso respeto a la obra original, aplicando los principios conservacionistas  emanados de la Carta  del Restauro y, al mismo tiempo, haciéndolos compatibles con la recuperación del uso para el que fue creada, esto es, como prenda para ser vestida por Nuestras Sagradas Imágenes de la  Santísima Virgen en sus cultos internos y externos.

 

Por ello, se ha conservado cuanto ha sido posible de los bordados originales, sustituyéndose únicamente  aquellos que, por su estado de deterioro, eran irrecuperables. El resultado final ha sido plenamente satisfactorio para la Junta de Gobierno y  la Comisión de seguimiento, permitiéndonos afirmar que estamos ante una de las mejores restauraciones que se han realizado en Andalucía en las últimas décadas.

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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