El Santo de hoy. San Ambrosio.

Cuando se visita Milán la figura que más resalta en todos sitios es la de San Ambrosio. Este célebre abogado, de fina inteligencia y juicio justo llegó a la capital para regir sus destinos como gobernador.

Fue aquí en donde descubrió la personalidad fascinante de Jesucristo. El no era cristiano todavía. Pero tenía tal prestigio y tanta fama de bondad que el pueblo lo eligió obispo apenas se hizo creyente.

Entonces lo bautizaron, lo ordenaron de sacerdote y de obispo poco tiempo después.

Fue un auténtico obispo, de esos que quedan grabados en la historia de la Iglesia para siempre. Sus dotes de autoridad las puso a las órdenes del nuevo Jefe.

Buscaba en su labor pastoral que todos tuvieran una rectitud de conciencia en lo referente a lo religioso y a los social. Todo va unido y no separado. Lo religioso no vive encerrado en la conciencia de cada uno. Es, por el contrario, difusivo, comunicativo desde el mismo día en que Cristo mandó predicar su Evangelio.

No le tocaron tiempos fáciles. Dios, sin embargo, para cada tiempo manda a su Iglesia a personas aptas que sepan regirla. Por eso tuvo excelentes relaciones con los emperadores que ya favorecían el cristianismo; también las mantuvo con los herejes arrianos.

En el año 390, el emperador Teodosio dio órdenes de que masacraran a toda la población de Tesalónica (Grecia) para acabar de una vez para siempre con los altercados y motines.

Mostró su valentía cuando impidió al emperador entrar en la catedral de Milán. Le exigió que se sometiera a una penitencia pública si quería entrar.

El emperador obedeció. Tras unos meses de penitencia Teodosio no comulgaría con los sacerdotes en el santuario, sino que estaría entre los seglares o laicos.

Le encantaba la liturgia bien celebrada. De hecho, ha quedado en Milán el rito ambrosiano. Introdujo los cantos, los himnos, la acción de gracias y síntesis del dogma. Compuso cantos que hoy se siguen cantando. Murió santamente en el año 397.


¡Felicidades a los Ambrosios!