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La Virgen “Mía”. Juan Francisco Muñoz y Pabón, Pbro.


 Publicado en el núm.3055 del diario madrileño “El Debate”, correspondiente al día 14 de abril de 1919, en honor de la SANTÍSIMA VIRGEN DEL VALLE, sagrada Imagen titular de la P. y R.Archicofradía del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, canónicamente establecida en la iglesia del Santo Angel, de esta ciudad. 

  LA VIRGEN "MÍA"

Temo que pueda ser recusada esta “silueta” por parcial, sabiéndose, como se sabe por aquí, mi devoción ferviente y mi amor casi rayano en la locura, a la incomparable Virgen de la Hermandad de la Coronación de Espinas: Virgen que, a la advocación de El Valle -la Virgen de mi pueblo- une el carácter de Dolorosa-la Virgen de mi alma.  

Y digo “de mi alma”, porque, aunque concepcionista hasta la medula de los huesos, como buen sevillano, y mariano “hasta la división del alma y del espíritu”, como buen español, mi devoción más honda a la Santísima Virgen es en sus Dolores. Que, si Inmaculada la admiro y en todos sus demás misterios la venero, en su Dolor la admiro, la venero y , además, la compadezco con toda el alma. ¿Qué menos puede hacer un corazón bien nacido, ante un infortunio semejante?.. Allí, pues, donde esté una Dolorosa, está mi “amor compaciente”; y si esta Dolorosa es, por añadidura, como la que con sus gubias, punto menos que angélicas, nos esculpió Montañés, y se llama, como quien no dice nada, Virgen del Valle, díganme si no es para haber puesto en ella, como yo, con los cinco sentidos del cuerpo, las tres potencias del alma.  

Pero, si por parcial se me recusase, ahí está toda Sevilla ¡y el mundo entero!, diciendo lo que yo: que, con haber en Sevilla tantas y tantas y de tan gloriosas firmas, la Dolorosa suprema de Montañés, es la del Valle.  

Porque es indudablemente, autentiquísimamente, de Montañés. Es... la Cieguecita de la Catedral (1.), sólo llorando... como el Cristo de los Cálices es el mismo de Pasión, sólo crucificado; como el Señor del Gran Poder es el mismo del Amor, sólo con la Cruz a cuestas: la obra más acabada en su género del Escultor de Cámara de la Virgen-el Pintor es Murillo-, que, si cristalizó en concepcionista por exigencias de su época, sintió por temperamento, tanto o más que las celestes idealidades del Misterio purísimo, las realidades ensangrentadas de la horrenda tragedia de la Pasión.  

Como obra definitiva de Montañés, tiene todo el ingénito señorío del más señor de nuestros Maestros imagineros del siglo XVII Y si llora ¿qué digo llora? si se está muriendo de pena, como lo está, su pena es por las penas de un Hijo augusto.    

Nati poenas ínclyti.  

Dolor de Madre de un Rey, su dolor es sereno, resignado, señoril, ¡augusto!: ¡el dolor de toda una reina, suprema mártir, que, si se entrega a todo el dolor que cuadra a su infortunio, hácelo sin menoscabo de su majestad de soberana! ¡Así, y no de otra manera, lloraría la Virgen cuando stabat justa crucem: con señorío de reina; con resignación de esclava; con... lo que quiera que le competiera, de Madre de Dios!...  

La Virgen del Valle no anda. La Virgen del Valle stat, si firme e inquebrantable como su amor, con su dolor en el alma y en el rostro, como para matar de dolor al universo.  

Cuando en la noche del Jueves Santo, después de haber recorrido nuestras calles en medio de una verdadera apoteosis, penetra por las naves de nuestra Catedral, que con ser tan inmensurable le viene estrecha, y flotando, flotando sobre el mar de cabezas del gentío, que ávido de escuchar el Miserere, hinche las naves e invade las capillas, cabezas que se levantan para mirarla con los ojos vidriados por la emoción. Y, para bendecirla con los labios tremantes por el sollozo, ante los cuatro gigantescos frentes del Monumento encendido, se vuelve de cara a él y se detiene en la marcha triunfal de su Dolor... divino, ¡ah!, entonces no parece una Imagen más o menos vestida-y lo va como una reina-ni mejor o peor enjoyada-y lo va como una emperatriz de Bizancio- ¡es la Madre del Cristo del Monumento, que no acierta a separarse del Sepulcro, porque allí está su tesoro, como que está allí su corazón! Y, si al fin y a la postre, tiene que echar a andar, camino de la puerta de los Palos, porque el tiempo urge y las templaduras y pizzicatos de los violines de la orquesta, que maciza y apisona el presbiterio, están diciendo que va a empezar de un momento a otro el realmente estupendo Christus factus, se aleja del Monumento majestuosa y resignada, llorando la catástrofe divina de su Hijo inclito: Nati poenas ínclyti. 

 ¡Es su instante, y es su sitio! No la calle, ni la plaza, ni la ronda, ni el barrio. El único marco que la puede encuadrar dignamente es la hipérbole de tamaño y de arte de nuestro templo catedralicio, y el instante, el instante en que la avasalladora tempestad de instrumentos y de voces del Miserere, como potente eco de la humanidad entera, gime, más bien que canta: Ohristus factus est pro nobis obediens usque ad mortem.  

La Virgen del Valle lo oye, cuando sale por la puerta de los Palos, y se vuelve, se vuelve a su iglesia, llorando por las calles Nati poenas ínclyti..  

Sucede entre las Cofradías de Sevilla lo que entre las diversas casas de familia de  cualquier pueblo: que en unas es el padre el preferido y en otras, la madre. Y si en “el Gran Poder” o en “Pasión”; en “el Amor” o en “el Patrocinio de Triana”, el Cristo lo absorbe todo, en “la Macarena” y en “la Amargura”, por ejemplo, lo mismo que en “el Valle”, la Virgen es el delirio de la Hermandad y la razón de ser de toda la Cofradía.  

Y con venerar, y mucho, los hermanos del Valle a su Cristo de la Coronación y a su Nazareno con la Cruz al Hombro, acaso se avinieran con otro Cristo. ¿Con otra Virgen? ¡Nunca! 

No me quiero acordar de cuando, hace unos años, se le prendió fuego a las ropas de la Señora dentro del camarín, y se le deterioraron las manos y se le chamuscó la cara.

-¿Pero qué es eso? ¿¿pero, qué pasa?? -pregunté al grupo de Hermanos que vinieron desatentados a traerme la noticia.

-¡¡¡Que nos hemos quedado sin Virgen!!!

Y se me echaron a llorar, hombres como trinquetes, “como se suele llorar en la muerte del primogénito”.

Por misericordia de Dios, el daño no había pasado del lado de allá de la encarnación, y para eso de los salientes del rostro... Podía fácilmente restaurarse-nos dijo Joaquín Bilbao-sin que perdiera su entonación primitiva, ni siquiera la pátina del tiempo, pues había quedado mucho a que poder ajustarse para copiar. ¡Y tuve la inmensa dicha de que fuera mi huéspeda muy cerca de dos meses!...  

La alegría que había en la casa de Jairo, en la de la viuda de Naím y en la santa morada de Marta y María, al ver resucitados a sus queridos muertos, complázcome en pensar que sería sombra de la que hubo en el patio de esta casa, el día en que, acabada la restauración y vestida la Virgen, vinieron los cofrades a darle el visto bueno (2 ).

¡Besos a la Santa Imagen... lágrimas de alegría... abrazos de unos a otros ¡hay que ver cómo quiere esta gente de Andalucía y cómo sabe expresarlo!-¡¡todo les parecía poco para manifestar su contento!!  

Y entonces se pensó en una fiesta de acción de gracias, que corriera parejas con la grandiosidad del beneficio. Y en la festividad de los Dolores Gloriosos, previos unos maitines a toda orquesta, cantados la víspera por la noche, y una misa de comunión general, que celebró a primera hora el entonces Obispo de León, D. Juan Manuel Sanz y Saravia, ¡allá va nada menos que una misa pontifical con que se dignó de honrarnos el señor Arzobispo de Sevilla, D. Enrique Almaraz y Santos, fiesta tan repiqueteada y tan solemne, tan por todo lo altísimo y tan reestrepitosa, que ha dejado memoria para siempre en nuestros fastos cofradieros!  

Para ello se colocó la celestial Señora, con todo el deslumbrador aparato del mismísimo Jueves Santo del almanaque: sólo con todas las flores blancas que hubo en todos los jardines de Sevilla..  

Y debajo de aquel palio de museo, ejemplar estupendo de bordado de hojilla de plata al gusto de principios del siglo XVI, cuando todavía el arte gótico no ha acertado a resolverse en el del Renacimiento con aquel manto, copia de las platerescas bordaduras del palio mismo y complemento de él... sin más joyas entonces que un artístico puñal del siglo XVII, que yo le había regalado en recuerdo de la honra que otorgado me había al aceptar el hospedaje de mi pobre morada-y quizás más que por esto, para que tuviese siempre algo mío sobre su corazón-puñal en el que engarzaron para aquel día todos los brillantes que tenían los Hermanos,... encuadrada por encajes de fabuloso precio, la carita morena y sevillana de Virgen de Montañés, o sea, como diría el Aligieri: “la faz que más se parece a la faz de Jesucristo”... aquello, más que montón de flores y bordaduras, de encajes y joyas, de luces y de plata, aquello, en fin, más que “paso de Virgen”, parecía meramente una visión del cielo de los cielos en... el cielo de la tierra.

¡Madre mía!    

( 1) Célebre Inmaculada de Montañés, que se venera en uno de los altares laterales del coro, denominada así por tener casi cerrados los ojos, para mejor expresar el pudor y la pureza.

(2) En él se le hicieron las mejores fotografías que existen de Ella     

Por acuerdo unánime de la Pontificia y Real Hermandad del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, Ntro.P.Jesús con la Cruz al hombro, Nuestra Señora del Valle Y Sta.mujer Verónica, en su Cabildo General de 17 de abril de 1919, este artículo del M.I.Sr.Dr.D. Juan Francisco Muñoz y Pabón, Canónigo Lectoral de la S.M.I.Catedral de Sevilla y Teniente de Hermano Mayor Honorario de la sobredicha hermandad, fue reimpreso en la oficina tipográfica de Vicente G.Zarzuela. Acabóse de imprimir el día 22 de mayo del año de Nuestro Señor Jesucristo de mil novecientos diez y nueve.

Nota: Foto y texto editado en la web de la hermandad www.elvalle.org










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