Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • martes, 7 de mayo de 2024
  • faltan 341 días para el Domingo de Ramos

Crítica a algunos cofrades. Javier Ramos Sáez.


 Antes de escribir, quiero aclarar que el contenido del artículo no corresponde con cosas personales sino que es fruto de un estudio de campo experimental dentro del ámbito filosófico y sociológico.

Resulta difícil, casi imposible, caer bien a todo el mundo, y en el mundo de las cofradías (que no hermandades) aún más. Las relaciones entre los cofrades suelen ser algo más especiales.

No se ofendan, sé que hay buenas gentes... pero si alguien inventó la hipocresía tuvo que ser sevillano, y además, cofrade. Hablo de esa persona que promulga valores cristianos y luego practica el fariseísmo; ese mismo que ama a su cofradía y odia a las demás, que te saluda y luego te critica a tus espaldas. No puede ser otro que el cofrade, y dentro del cofrade, a algunos cofrades. A ellos me dirijo.

Sí, puede ser que mis palabras puedan herir la sensibilidad de algunos y si es así, algo he conseguido: saber que existen cristianos auténticos.

Vengo a hablar de la caridad, ese amor que no tiene por que ser correspondido, que no es racional sino sentimental y que está amparada bajo la llama perpetua de la fe.

Amar y ser amados no lo quiere nadie, es algo que nos cuesta. Es fácil querer ser amado sin amar porque amar conlleva un sacrificio con los demás. Amar al prójimo conlleva soportar sus taras y sus excelencias, sus defectos y virtudes, y esto supone caer en dos dilemas. Uno es ventajoso, y otro puramente insoportable y desventajoso.

La ventaja de ser amado es su misma virtud: el amor. No hay nada más bello y sublime que el amor, y todavía más, el amor que se proyecta hacia uno mismo. La desventaja de amar al otro es el de no ser amado, pero Jesús no quería ser amado sino que quería amar. Un cristiano no busca el provecho del amor para sí mismo sino que ha de practicarlo, y para que no sea un amor etéreo, enjaulado en un sinsentido, tiene que ser encauzado, pero hacia algo, ¡y qué mejor manera que filtrar nuestro amor caritativo hacia el prójimo!

Ser cristiano, desde un punto de vista caritativo y no carboneril, supone sufrir por el otro y es conditio sine qua non para vivir auténticamente con nosotros mismos. A veces el mundo cofrade resulta ser una jauría, un grupo de gente que critica gratuitamente a lo que está de moda, ¡sí, a lo que está de moda sin criticar lo que es criticable!

Es peligroso estar en la palestra de la información cofrade, que te conozcan por tus méritos pues esta ciudad es muy “navajera” y cuando estás arriba la gente te baja del pedestal. Ahí hay un fallo, ¿por qué no se hace apología de lo bueno y se hace crítica de lo malo? Pues mi respuesta es muy clara: porque en el mundo de las cofradías no existen parámetros lógicos. Parece ser que nos gusta destruirnos el uno al otro, no hay conciliación alguna entre hombres. Pero amar no es destruir sino construir. Cuando el mundo de las cofradías llegue a la decadencia, el número de adeptos descenderá vertiginosamente, ¡y será por culpa nuestra y sólo nuestra!, porque nos habremos destruido el uno al otro sin practicar nuestro lema, nuestra fe y nuestro modo auténtico de vivir que es amar y ser amado.

No olvidemos que Dios es Amor y nosotros somos su creación a imagen y semejanza; es indispensable actuar, al estilo humano, como Dios lo haría.

No se destruyan, por amor a los que hay arriba (a vuestro Titulares), y saluden y hagan las paces los unos con los otros. Lo demás sobra.

Foto: La Bofetá | Francisco Santiago.










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.