Eres lo que más quiero. Isabel Serrato Martín.

A Juan Ruiz Cárdenas, por todo.

Sabes Madre mía, que te admiro. Sueño en convertirme en una madre tan amante de mis hijos como lo fuiste del tuyo. Único hijo que, gracias siempre a tu estado de Buena Esperanza, fue capaz de cambiar el rumbo de una historia, que cuanto menos, se preveía, pecadora.

Te quiero tanto Madre mía, que tomo la inspiración prestada, tan sólo por un momento, y el “brainstorming” de ideas (tormenta de ideas), se me viene a la cabeza. Uso un término económico, “brainstorming”, para demostrarle a los que más quiero, que este escrito tan sólo me ha quitado unos minutos entre los largos ratos de estudios, que en esta época, los universitarios, (¡qué bien sigue sonando!), nos “pegamos”.

Si. He tenido que parar, he dejado el folio lleno de anotaciones, las cuales sabérmelas, me supondrá, aprobar una asignatura, por el folio en blanco. He tenido que parar; el corazón me llamaba a gritar entre palabras escritas, a escribir con letras verdes, que te quiero, Esperanza.

Eres, mediadora entre mis súplicas. Te veo en los ojos de mi chiquita, cuando, Esperanza, tomas el nombre de Pilar, o quizás cuando el amor me lo secuestra tú mirada de Angustia, en estos tiempos, Angustia estudiantil. Madre mía, eres merecedora y siempre y en nombre de toda tu hermandad, de la medalla de la Universidad de Sevilla. ¡Felicidades Madre!

En definitiva, Esperanza de mi vida, sigue ayudándome en este “spring” final y así todos los días de mi vida, porque cuando aprendí a querer, fue cuando por vez primera y con sinceridad, te mirara a los ojos y a la misma vez, te llamara, Macarena.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.