Monseñor Amigo destaca la labor de la Iglesia con los más necesitados
Coherencia entre fe y vida
En la homilía, el cardenal subrayó que "no pueden existir distingos extraños entre el pensamiento y la vida, entre las ideas y la conducta, entre los convencimientos privados y las actuaciones públicas, entre la fidelidad a la creencia religiosa y los comportamientos morales en cualquier acción humana". En la misma línea, destacó que "la coherencia no sólo es laudable sino también exigible. Nunca puede tomarse como excusa lo privado para dejar de cumplir con las obligaciones sociales y éticas que a cada uno le corresponden. Una fe íntegra –añadió- es una fe completa".
Más adelante, mons. Amigo señaló que "estamos en el mundo y en la historia de los hombres. Aquí es donde nos ha puesto el Señor, y este es el tiempo y el espacio donde actúa la Providencia. Esas realidades terrenas que debemos aceptar, no como mal que sufrir y aguantar, sino como ciudad que levantar cada día, con la gracia de Dios y el esfuerzo de los hombres". A continuación, recordó que "no son pocas las dificultades que atravesamos en estos momentos y que repercuten, sobre todo, en los más débiles: falta de trabajo, carencia de lo más elemental para poder vivir, incertidumbre sobre el futuro, sufrimiento en las familias, inseguridad permanente..." Ante todo ello, se preguntó cuál debería ser la actitud de los cristianos, y la respuesta, aludiendo al magisterio de Benedicto XVI, no es otra que "la de la justicia y la del amor".
La Iglesia ante las necesidades de los hombres
Mons. Amigo afirmó que la Iglesia "no puede pensar en situaciones difíciles insuperables, pues siempre tiene la riqueza del amor fraterno, de la palabra de Dios, de la seguridad en el camino de las bienaventuranzas". Como pruebas de ello recordó que, ante la necesidad y la indigencia, la Iglesia aporta la "ejemplar respuesta" de Cáritas.
Puso también como ejemplo el trabajo de las instituciones eclesiales empeñadas en proyectos de desarrollo en el Tercer Mundo, como la propia Cáritas y Manos Unidas. "En nada de esto buscamos un aplauso social, ni forma alguna de proselitismo. Queremos cumplir nuestra obligación como cristianos y nada de lo humano, en cuerpo y alma, puede sernos ajeno".
Llamada de atención a las administraciones públicas
Para el cardenal Amigo, la labor que desarrolla la Iglesia "no puede ser motivo para la dejación y el olvido por parte de aquellas instituciones directamente obligadas en la atención de los ciudadanos más indigentes. Con mucho gusto colaboramos con las administraciones públicas, y tenemos que reconocer que no es poca la ayuda que nos prestan. La Iglesia pretende servir, ayudar y ofrecer aquello que tiene. Pero su oficio, en cuestiones sociales, es de subsidiariedad y de corresponsabilidad con la atención a unas personas que forman parte de nuestra misma comunidad humana", afirmó.
Terminó la homilía señalando que "si hemos hablado de obligaciones de caridad y de justicia, es porque con Cristo hemos puesto el pan de cada día en el altar y se lo hemos ofrecido a Dios. Y no podemos dejar de hacer en la calle lo que hemos celebrado en el altar. El templo no nos aísla y separa de nuestras obligaciones como ciudadanos de este mundo. Pero tampoco el pertenecer a esta realidad humana nos debe impedir, en forma alguna, el ser fieles a nuestros convencimientos religiosos". "Si veneramos a la Santísima Virgen María, nuestra Madre y Señora de los Reyes, es porque ella en el altar del Calvario se ofreció con su hijo Jesucristo para la salvación de la humanidad entera", concluyó.
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Foto: Juan Alberto García Acevedo.