Bando de la salida procesional de la Custodia de San Bernardo. Enrique Henares

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y María Virgen
concebida sin pecado original!

Cuando el sol decline el día catorce de septiembre del año del Señor
de dos mil nueve, nuestro especial y querido barrio habrá de ser un breve
cielo en la tierra porque Dios se hará presencia en sus fernandinas calles.

El rojo clavel de pasión se hará espiga de dorado trigal, símbolo de
una vida nueva que sólo puede nacer de la Salud en la muerte.

El Refugio se hará alegría, que todo lo que fue pena se transforma
en la mesura de esa bella criatura que es la Madre de Dios, ese día pan de
la eternidad exaltado en el viril de la argéntea custodia.

El balcón se hará la más perfecta platea que nos acerque al Señor,
Dios hecho Sacramento Divino, Amor de todos los amores.

La puerta, el patio, la ventana, no serán más que espacios abiertos
por los que entre para inundar nuestras almas el propio soplo de Dios.

Las flores abandonarán arriates y macetas para ser alfombra y jardín
a las plantas del Señor.

La música, con recuerdos de primavera, será un canto a la vida que
es la presencia permanente de la Salud que se queda para siempre en la calle
hecha Sagrario.

El incienso en sus columnas ascendentes figurará la Ascensión de
quien se va pero se queda en la santidad del Sacramento Eucarístico.

Por eso queridos vecinos, en ese día el barrio se debe hacer nuevo y
nuevos nuestros corazones. Saldrán de las antiguas cómodas, como sencillas
colgaduras de amor, las viejas colchas de las abuelas; saldrán las
respetadas banderas; saldrán los ricos capotes de paseo en el sueño torero
del arrabal más taurino de Sevilla. Todo ello será el adorno material para
su Divina Majestad como expresión de respeto, pero sobre todo habrá de salir
el corazón nuevo que se abre a Dios.

Esa tarde la Exaltación de la Santa Cruz culmina con la fiesta
grande de Dios hecho cercanía en cumplimiento de la promesa de su presencia
después de una Muerte y de una Resurrección gloriosa. Presencia de Dios que
puede molestar a algunos pero que es una auténtica realidad para quien
abraza consciente la verdad de nuestra religión.

Sí salgamos a la calle porque

Ya no es silente el Sagrario
Que el cuerpo de Dios es alegría
Y es pan de nueva primavera
Con simiente de monte Calvario.
Que el cuerpo de Dios se hace día
Y tenerlo tan cerca no es quimera.

Hermanos en Xtº, la anochecida del catorce de septiembre busquemos a
Dios en la calle y encontraremos Refugio y Salud para nuestra vida.


Hízose este Bando de la Procesión de Su Divina Majestad por Enrique Henares Ortega en la Plaza de San Francisco de esta ciudad, el día veintiocho de agosto de dos mil nueve, festividad de San Agustín Obispo de Hipona, por encargo de la Hermandad y Cofradía conocida como de San Bernardo, siendo su Hermano Mayor Antonio Rodríguez Hidalgo.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.