Arte Sacro
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SMS / Tercer Tramo. Sillas. Álvaro Pastor Torres.


 Con papas a lo pobre, que es seguramente lo que más se adapta a su propaganda ideológica, porque no los veo yo degustando de guarnición habitual algo así como pommes de terre aux oignons caramélisés à la sauce aux truffes forestières, que les debe sonar harto capitalista, salvo cuando pagan con la tarjeta a cuenta del contribuyente. Las 7.000 sillas que sobraban en la carrera oficial, y que había que quitar sí o sí por motivos de seguridad –“es una aplicación estricta” decían- no ha sido más que otro sueño de una noche de verano (agosto de 2009), y se han quedado en 500, tirando por lo alto, o sea, que las otras 6.500 –de tijera o de enea- se las  han tenido que comer con papas, palito a palito y astilla a astilla, lo que debe provocar sumo hartazgo. Si al menos fuera pescado frito para contentar a los gatitos de la barriga, como decían de Romero Murube, pues tendría un pase, pero no, es madera, y más madera, la que no llega a la Encarnación.

Si Joselito (Gómez Ortega “Gallito”) con lo que fue en su tiempo no pudo con las fuerzas vivas de Sevilla –y si no ocurre la tragedia de Talavera hasta hubiera visto en directo cómo le tiraban su sueño de la plaza monumental de San Bernardo- cómo van a poder estos por mucho que se empeñen.

Y al hilo de las sillas, el órdago o globo sonda que no puede faltar en todas las cuaresmas ha correspondido este año –salvo que el ordinario del lugar nos sorprenda con una de sus “asenjadas”- a la propuesta de una carrera oficial con inicio en la antigua plaza del Pacífico, vulgo de la Magdalena. Ya están los palmeros de turno jaleando la propuesta. Por mí, sinceramente, como si el palquillo lo ponen en San José de Palmete o en el cruce de La Gota de Leche, lo que reportaría sin duda algún dinerito extra. Afortunadamente hay mucha más Semana Santa auténtica fuera de las sillas, las apreturas, los paquetes de “arvellanas” –¡dos un euro, oiga, oiga, recién tostaditas!-, los cotilleos de las comadres, los palcos y el quiero y no puedo.

Y como éramos pocos, la abuela parió una guardia judía allá en la Gran Plaza. Cuenta la competencia que talludos varones ensayan varias noches a la semana por los alrededores del mercado de las palmeritas. De aquí a las fiestas de moros y cristianos hay solo un paso, palabrita. Hasta andan buscando un profesor de arameo para dar las órdenes a la tropa en esa lengua. Después vendrá Paquito El Chocolatero, y aquí paz y después gloria, aunque bueno, no les demos ideas…

Foto: Antonio Pérez. 

Publicado en EL MUNDO de Andalucía, Edición Sevilla, el Domingo 28-II-2010










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