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De Frente: Expediente por contar la verdad. Morales Bermudo


Uno, en su ingenuidad, creía que los tiempos habían cambiado, que estábamos en una sociedad moderna, plural, tolerante, donde se respetasen las libertades. Uno, en su ingenuidad, creía que como las cofradías y los cofrades formamos parte de esa sociedad (mal que les pese a más de uno), este tipo de cuestiones formarían parte del devenir diario de las hermandades. Muchas veces se nos llena la boca de decir que nuestras corporaciones nazarenas son ejemplos de democracia desde hace siglos, que a los dirigentes los han elegido los cabildos generales de hermanos, con libertad de voto, muchísimo antes que la sociedad civil le reconociese el derecho de sufragio a los ciudadanos para designar a los que han de gobernarles. Sin embargo, este aspecto formal, que habría que poner en duda (cuántos cabildos se manipulan, cuantas elecciones se decantan por misteriosos votos de hermanos que nadie conoce y que aparecen el día de ir a votar y luego desaparecen del censo…), no se ve acompañado muchas veces por otros derechos y libertades inherentes a la democracia.

Que hoy en día se mantenga la discriminación para que las mujeres puedan participar en la salida procesional como nazarenas en unas pocas hermandades es una situación que no es de recibo. Aunque están el ánimo de todos, las citaré: El Amor, Las Penas, El Baratillo, La Quinta Angustia, El Valle, Pasión, El Silencio, El Gran Poder, El Calvario, San Isidoro y El Santo Entierro. Once corporaciones que, haciendo caso omiso a lo que desde el arzobispado se les indica, desafían no ya a las directrices de la Iglesia Diocesana, sino a la propia razón, en algunos casos, como en El Amor, Las Penas, El Valle, Pasión, El Silencio, El Gran Poder y El Santo Entierro, sin ni siquiera atreverse a convocar los cabildos generales para dejar que sus hermanos opinen al respecto.

No puede por lo tanto, extrañar que suceda lo que ha pasado con el hermano de una de estas corporaciones, el periodista Antonio Delgado-Roig, al que la Junta de Gobierno de su Hermandad del Silencio ha abierto un expediente por cumplir con su obligación profesional y de cristiano, al contar la verdad sobre una solicitud de un grupo de hermanos de dicha cofradía para que se reintegre en el patrimonio de la hermandad la antigua dolorosa, depositada en casa de Eduardo Ybarra Hidalgo. Parece increíble, pero ha sucedido. Nos enteramos el pasado domingo 31 de julio en las páginas de ABC por medio de José Cretario (curiosamente otro medio donde trabaja otro hermano del Silencio no se hizo eco, ¿valen más las relaciones personales que el compañerismo?) de la noticia que, en pleno siglo XXI, tiene más tintes inquisitoriales que otra cosa.

¿Acaso Antonio Delgado-Roig ha incumplido algún deber como hermano? ¿Ha revelado algún secreto de cabildo? ¿Ha ido en contra de los intereses de su hermandad? Creo que la misma respuesta, un gigantesco “NO” es la que cabe a las tres preguntas.

Subyace un enfrentamiento interno en todo el asunto, que deriva de las últimas elecciones. El candidato continuista, José Manuel Peña, apoyado por el hermano mayor saliente, Joaquín Delgado-Roig, se vio en principio sorprendido y luego derrotado por la formación de otra candidatura, encabezada por Antonio Rodríguez Cordero. En la misma se contaba con el apoyo de la familia Ybarra (materializada luego en varios miembros de la Junta con ese apellido). Desde la candidatura de Peña, parece que se acusaba a la de Cordero del secretismo con que se realizaron las operaciones, y de no haber querido alcanzar un consenso para que se presentase una sola candidatura, dejando abierta una puerta para que ambos en el futuro se alternasen en el cargo de hermano mayor al que optaban.

Ahora, a los pocos meses, el apoyo de la familia Ybarra a los gobernantes se ha traducido en la solicitud de este grupo de hermanos de devolución de la antigua dolorosa, ya que la misma fue cedida para estar al culto, y no en el patio de la casa de la calle San Vicente, 52. Se trata, quizás, de “castigar” a la saga, despojándole del más preciado icono que poseen, pero, al mismo tiempo cumpliendo lo pactado en su momento cuando la hermandad se desprendió de la imagen.

Publicar una información sobre esa solicitud ni daña a la hermandad, ni le falta el respeto a nadie, ni puede ser objeto de ninguna sanción. Abrir un expediente por eso sí que daña a esa hermandad y le falta el respeto a Antonio Delgado-Roig, y a toda la profesión periodística, a la que se la puede cuestionar en otro tipo de aspectos, como desde esta misma página hago de vez en cuando (mala información, interés particular en algunas personas o hermandades, subestimar a determinadas corporaciones, sobredimensionar lo relativo a algunas cuestiones sin interés, etc.), pero nunca por contar la verdad.

moralesbermudo@yahoo.es

Otros artículos: www.artesacro.org/defrente










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