Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • miércoles, 15 de mayo de 2024
  • faltan 333 días para el Domingo de Ramos

Puerta Osario. Don Juanes y Vanessas. Álvaro Pastor Torres


 La otra tarde, bajo uno de esos ocasos otoñales de fuego y luz que combinan indescriptiblemente los tonos naranjas y los rosáceos, estaba una pareja dándose el lote - o una buena ración de filetazos, como prefieran, ambas expresiones están hoy muy en desuso- junto a los jardines de Murillo, más concretamente en la plaza de los Refinadores, y el pobre de don Juan Tenorio, con su espada tronchada por el vandalismo que nos invade, no hacía más que mirarlos deseando desnudarse del bronce en que lo metió el escultor Nicomedes allá por 1974 para tomar a su doña Inés del siglo XXI –que seguramente se llamaría Vanessa, pelilarga ella, algo tatuada, profusamente pirceada y un punto, o dos mejor, cani- y recitarle los inmortales ripios que como las flores de plástico, los anuncios de cierta marca de bombones o el tío de las castañas reaparecen siempre en noviembre.

Lo malo es que esta Inés Vanessa de la Eso y de lo Otro (que ya sabemos), I duquesa del Tuenti -¿o es cuenti?-, vizcondesa de la Botellona y marquesa consorte de la Cachimba (con yerbitas aromáticas chocolateadas preferentemente) no se iba a enterar casi de nada. Del célebre “y esas dos líquidas perlas/ que se desprenden tranquilas/ de tus radiantes pupilas/ convidándome a beberlas,/ evaporarse a no verlas/ de sí mismas al calor;/ y ese encendido color” seguro que sólo entendería el significado del verbo beber y a voz en grito le diría a su particular don Juan (llamado Jonathan): “killo, tronco ¿qué te has fumao ya que hablas tan raro? Saca la botella de ron que si no, cuando venga la Melania con el Kevin se la van a beber toa los dos”.

¿Acaso a alguno de ellos, o a los cientos que okupan la plaza del Salvador los jueves en cuanto anochece para montar el botellódromo, ante la ausencia, pasividad o inhibición de las autoridades, le interesan el sobrecoste de las setas o la seguridad del tesoro del Carambolo? Sinceramente creo que no, ya que sacándolos del olor a cuerno quemado que destilan ciertos programas televisivos especializados en temas del ombligo para abajo, o de la preocupación por tener siempre el último modelo de móvil y unos euros en el bolsillo para ir dándose sus caprichitos, las aspiraciones de muchos –y muchas- empiezan y terminan ahí.

¿Y de estos –y de estas- van a depender nuestras pensiones? Si es así, que San Pancracio, mediador celestial ante los casos desesperados, Santa Rita, abogada de lo imposible y hasta Todos los Santos (con o sin huesos, buñuelos o panellets) nos pillen confesados a los 67… o quién sabe si con suerte a los 77 años.

Publicado en EL MUNDO de Andalucía, Edición Sevilla, el Sábado 30-X-2010

Foto: Álvaro Pastor Torres.










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.