El Ministro de los Soportales. Carlos García Lara

Se nos ha ido en plena Feria de Abril, esa fiesta que tanto le gustaba disfrutar a pesar de que lo suyo siempre fue la Semana Santa. Cuántas horas juntos en las recepciones de las casetas, cuántos brindis en la Caseta Municipal representando al Consejo de Cofradías y, luego, representándose a sí mismo, porque para algo él era una institución.

Cuando alguien como Manolo Yruela se va, sólo quedan gratos recuerdos, no hay lugar para otra cosa. Lo conocí hace la tira de años gracias a mi amigo Joaquín Amador, su compañero de andanzas en La Redencion y, desde entonces, fueron muchísimas las tertulias que organizábamos a partir de las seis de la tarde en su relojería de la Plaza de San Francisco. Esa en cuyo interior siempre estaba apostado tras el mostrador pero desde donde, al mismo tiempo, controlaba todo lo que sucedía en dicha plaza y más allá de sus fronteras. Porque sabía más de lo que se cocía dentro del Ayuntamiento que algunos que trabajaba...n allí.

De ahí que el propio arzobispo -aún no era Cardenal- Carlos Amigo, lo rebautizara como el "ministro de los soportales" de la Plaza. Sí señor, otro cargo ya vitalicio. Pero lo mejor de todo fue disfrutarlo como amigo, sin ostentar cargo ni nada. Y no lo digo porque no me dejase pagar nunca las pilas del reloj, tras lo cual yo le decía en broma que la relojería le costaba el dinero. Lo digo porque era eso, una buena persona, que tenía un gran corazón, a pesar de haberle fallado. Pero como él me decía siempre, mirando un reloj con su lupa en el ojo, "hasta las mejores maquinarias fallan alguna vez".

Manolo Yruela me ha demostrado que si fue grande con un cargo bajo el brazo, más lo fue en su faceta personal. De su papel como cofrade y de lo que significó para las cofradías y la Semana Santa de Sevilla, la historia ya le ha hecho justicia. Un fuerte abrazo Manolo...

Foto: Francisco Santiago