Hoy en su Solemnidad, Historia del Milagroso Niño Jesús de Praga. P. Juan Dobado, Prior del Santo Ángel
Fernando II, Emperador de Alemania, para manifestar su gratitud a Nuestro Señor por la insigne victoria de la Montaña Blanca , alcanzada en una batalla, donde el carmelita descalzo Domingo de Jesús María alentaba a las tropas, fundó en 1620, en la ciudad de Praga, un convento para los Padres Carmelitas Descalzos. Muy difíciles eran los tiempos que atravesaba Bohemia cuando llegaron estos excelentes religiosos, pues se hallaba asolada por guerras sangrientas que tenían a Praga presa de las más indecibles calamidades, a tal punto que el monasterio mismo de Carmelitas carecía de lo indispensable para sobrevivir a las necesidades más premiosas de la vida.
En esa época, vivía en Praga la piadosa princesa Polixena Lobkowitz, quien sintiendo en el alma las apremiantes necesidades de los Carmelitas, resolvió entregarles una pequeña estatua de cera, de 48 cm ., que representaba un hermoso Niño Dios, de pie, con la mano derecha levantada, en actitud de bendecir, mientras con la izquierda sostenía un globo dorado. Su rostro era muy amable y lleno de gracia, la túnica y el manto habían sido arreglados por la misma princesa, la cual, al dar la estatua a esos religiosos, les dijo: "Padres míos, os entrego lo más caro que poseo en el mundo: Honrad mucho a este Niño Jesús y nada os faltará."
El origen de la imagen es español, procedente de un monasterio entre Córdoba y Sevilla, gracias a Dª. Isabel Manrique de Lara y Mendoza, que se lo regaló a su hija María Manrique de Lara que se casaría con uno de los señores de Bohemia, Vratislav de Pernstejn. De este matrimonio nacería Polixena, que entregó la imagen a los carmelitas descalzos.
La estatua fue recibida con gratitud y colocada en el oratorio interior del convento, donde fue objeto de la veneración de todos aquellos buenos Padres, distinguiéndose entre todos el Padre Cirilo, que con toda verdad podría titularse el apóstol del divino Niño Jesús de Praga.
Entre tanto, estalló de nuevo la guerra en Bohemia. En 1631, el ejército de Sajonia se apoderó de la ciudad de Praga. Los Padres Carmelitas creyeron prudente trasladarse a Munich.
Durante esa época tan desastrosa, especialmente para Praga, la devoción al Niño Jesús cayó en el olvido. Los protestantes destruyeron la iglesia, saquearon el monasterio, penetraron en el oratorio interior, hicieron burla de la estatua del Niño Jesús, y quebrándole las manos, la arrojaron con desprecio detrás del altar.
Al año siguiente, se retiró el enemigo de Praga y pudieron los religiosos volver a su convento, pero nadie se acordó de la preciosa estatua. Por esto, sin duda, se vio reducido el monasterio a la miseria como el resto de la población, pues carecían los religiosos de alimentos para ellos, y de los recursos indispensables para restaurar su casa.
Mas, después de 7 años de tanta desolación, volvió a Praga el Padre Cirilo, en el año 1637, cuando Bohemia se hallaba en peligro inminente de sucumbir y hasta de perder el don inestimable de la fe, y cuando la ciudad estaba por todas partes rodeada de enemigos. En tales aprietos, y al tiempo que el Padre Guardián exhortaba a sus religiosos que instasen a Dios para que pusiese término a tantos males, le habló el Padre Cirilo de la inolvidable estatua del Divino Niño y obtuvo licencia de buscarla. La encontró al fin entre los escombros, detrás del altar. La limpió, y como aún conservaba intacto el rostro la expuso en el coro a la veneración de los religiosos, quienes llenos de confianza en su protección, cayeron de rodillas ante el Divino Infante y le suplicaron fuese su refugio, su fortaleza y amparo en todo sentido.
Se encontraba un día el Padre Cirilo en oración, delante de la estatua, cuando oyó claramente estas palabras: " Cuanto más me honrareis, tanto más os bendeciré". De todas partes acudían a postrarse delante del milagroso Niño, los pobres, los ricos, los enfermos, en fin, toda clase de personas hallaban en Él remedio de sus tribulaciones.
En 1655, el Conde Martinitz, Gran Marqués de Bohemia, regaló una preciosa corona de oro esmaltada con perlas y diamantes. El Reverendo D. José de Corte se la colocó al Niño Jesús en una solemne ceremonia de coronación.
Las gracias y maravillas innumerables debidas al "pequeño Grande" (así llaman en Alemania al Niño Jesús de Praga), se divulgaron hasta en las comarcas más lejanas, con lo que su culto se ha extendido en nuestros días de una manera prodigiosa. Su fiesta se celebra en torno al 25 de enero en todo el mundo.
En todas las naciones fue acogida con amor la devoción al Niño Jesús de Praga, monasterios, colegios, escuelas, familias le han dedicado magníficos tronos, numerosas parroquias y conventos poseen la real estatua y en cuantas partes se le honra, derrama sobre sus devotos un caudal de inestimables favores. En especial son los conventos de carmelitas descalzos los que le dedican Archicofradías y solemnes cultos y procesiones en todo el mundo. Las capillas de numerosos colegios cuentan con una imagen del Niño Milagroso. Entre los santuarios más famosos repartidos por Asia, América y Europa destaca el de Arenzano, en Italia.
En Sevilla se venera desde comienzos de siglo en la iglesia del Santo Ángel, actualmente gracias a la Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen y del Milagroso Niño Jesús de Praga, procesionando el día 17 de Julio. Otras imágenes se conservan en la ciudad, siendo de destacar la reproducción exacta que se halla ante la Virgen del Rosario en la Macarena.
Oración para pedir favores al Niño Jesús de Praga, revelada por la Virgen María al P. Cirilo, Carmelita Descalzo:
Oh, Niño Jesús, yo recurro a Ti y te ruego por la intercesión de tu Santa Madre, me asistas en esta necesidad (pídase el favor que se desea obtener), porque creo firmemente que tu Divinidad me puede socorrer.
Espero con toda confianza obtener tu santa gracia. Te amo con todo el corazón y con todas las fuerzas de mi alma. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados, y te suplico, oh buen Jesús, me des fuerzas para triunfar. Propongo no ofenderte y me ofrezco a tí, dispuesto a sufrir antes que hacerte sufrir.
De ahora en adelante, quiero servirte con toda fidelidad, y por tu amor ¡oh Divino Niño! amaré a mi prójimo como a mí mismo. Niño omnipotente, Señor Jesús, nuevamente te suplico me asistas en esta circunstancia (se manifiesta). Concédeme la gracia de poseerte eternamente con María y José y adorarte con los Ángeles en la Corte del Cielo. Amén.