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Dedicado a Jose Manuel Somé Blanquero IN MEMORIAM


Mariano López Montes. Dedicado a Jose Manuel Somé Blanquero: In Memoriam 

Sí, porque esa sonrisa que siempre te acompañó, nos ha dejado para siempre y se ha transformado con el solemne rito de la muerte, en un adiós y hasta siempre. Tu muerte,  la tuya porque hoy te ha tocado a ti y se ha personificado esta mañana a paso lento y cansino, junto a aquellas vías muertas que llevaban hace tiempo a  aquel último tranvía que numeraban con el número 13 y que tenía su última estación en aquellos jardines dedicados al Santo Rey y que, pese a quien pese,  es el último y definitivo barrio de la mayoría de los sevillanos.

No podía faltar esta mañana el acompañamiento musical al unísono de las chicharras, que habían puesto a tono toda su trompetería, para acompañarte y acompañarnos en la calurosa mañana de este perezoso verano que se niega abandonarnos.

En esta última estación te han acompañado tus amigos y familia y no me cabe la menor duda que a nadie que se haya encaminado a este moderno estamento oficializado de la muerte que llamamos tanatorio, le ha movido el compromiso, la norma social del ritual,  el interés, ni ninguna otra motivación que no se asentara en la amistad y el cariño que siempre les has dado. Si porque Manolo, eras un espécimen algo raro y no muy abundante en la actualidad; siempre te encuadraré en aquellas personas que Antonio Machado definía en su poema Retrato: “Y mas que un hombre al uso que sabe su doctrina; soy en el buen sentido de la palabra bueno”

Estanquero conversador de la calle Albaida, sí de esa calle que limita La Cruz Roja y aquel Retiro Obrero de mi niñez, con aquella antigua Huerta del Hierro y su expansión a Pio XII; quizás aquel barrio en que alguna vez a todos nos hubiera gustado vivir; emigrante desde tu niñez en esa Alameda tan distinta en la actualidad, pero que siempre te perteneció. Sevilla, tus barrios y sus hermandades nunca fueron ajenas para ti; Montesión de tu niñez, El señor del Gran Poder como faro de tu devoción y como no dos bellas damas que residen  en la collación de San Lorenzo, Tu Virgen del Dulce Nombre, y como no, y me consta que le profesabas además de tu devoción el más profundo y sincero de tus cariños y que no podía ser otra que tu Pastora de San  Antonio.

Aquel vendedor de humos y aromas habaneros,  que durante el resto del año esgrimía su oficio y que cada Martes y Jueves Santos y anochecidas eternas del mes de Mayo, comandaba ese saber anónimo, como debe ser comandar pasos de esas reinas que pasean por Sevilla y que siempre  deben y tienen que ser las verdaderas protagonistas. Esta es la gran lección que siempre nos ofreció Manolo Somé , el ocultar su cuerpo grande y sin fisuras, detrás de las maniguetas del trabajo, sin otro protagonismo que las imágenes de sus amores.

Aun te recuerdo tras un olivo que cada año nace y muere, allá por la calle de la Feria, tras un manto morado y oro que el tiempo trasformo en el azul eterno de la noche en que su Dulce Nombre reina año tras año por el barrio de San Lorenzo, o quizás en los atardeceres inmensos del mes de Mayo con su Pastora. Y siempre ocupando el lugar justo que debería ocupar, pero sabiéndonos regalar en su saludo su amplia y eterna sonrisa.

Muy larga y penosa fue tu lucha, guerrero impertérrito ante la cruel enfermedad que arrastrabas desde hace años, modelo de fe y sufrimiento ante la adversidad en la que nunca te faltó esa sonrisa  que siempre nos regalabas hasta en los  más duros momentos. Viene a mi memoria cuando a altas horas de la madrugada de este mes de Mayo y entrando en San Antonio, la cuadrilla, tu cuadrilla, o mejor dicho tus amigos,  te dedicaban la faena a tu salud y te  encomendaban la no fácil tarea de sacarla a la calle el año próximo.

Mas no pudo ser, tu sabias que las ilusiones y los sueños no siempre se cumplen, como aquella otra  ilusión,  el  anhelado rencuentro en Noviembre de la Pastora con el Señor de Sevilla, mas no ha podido ser, ya tú lo veías como empresas a muy largo plazo, ya que como marino experto, eras el primero en saber la fortaleza de tu navío.

Y no es menos cierto que aquella otra señora fea y un tanto enclenque que cada Sábado Santo sale de San Gregorio, aunque a veces nos la tomemos con ciertas dosis de choteo y guasa, y la verdad es que existe y de vez en cuando sigue haciendo de las suyas.

Bueno amigo, que suerte el haberte conocido, te seguiremos viendo y recordando allá por aquel estanco de la calle Albaida en el día a día de nuestra existencia, y aunque el marketing y la publicidad obliguen a poner en las cajetillas eso del tabaco y el fumar mata,  y otras lindezas varias; la verdad es que todo aquel que  se  ha marchado para ese gran viaje, que hoy  has emprendido, sigue viviendo en el sentimiento de los recuerdos y muere para siempre con el olvido.

Seguro que como se dice por aquí abajo, te has ido a un mundo mejor y tendrás la oportunidad de regalar tu inmensa sonrisa a  Ellos que tanto amabas y a los que guiabas como su más fiel lazarillo, y por favor no les hables mucho de nosotros que nunca tenemos prisa  y por supuesto somos menos risueños .

 

Fotos: Mariano López Montes, Jose Antonio Mejias Carmona










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