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Teorías y realidades de La Semana Santa sevillana. Antonio Sánchez Carrasco


Puede que haga más de ochenta años que Antonio Nuñez de Herrera escribiera aquella obra que se coló en la biblioteca de cualquier cofrade por aquella introspección tan meridiana que hizo del mundo capillitil (permitanme, por favor, el término, sin apelar a ninguna cuenta de twitter que me corrija), cuando dicho mundo no era capillitil sino cofradiero, o cofrade. Que si nos ponemos tiquis-miquis no se cual es la buena. Lo que si se es esa distinción entre la intensidad del primero y la única pertenencia a una hermandad que supone el segundo.

Releyendo por enésima vez su libro, me quedó la duda sobre que hubiera escrito mi tocayo si revisara su obra a estas fechas. Como bien está haciendo o va a hacer mi admirado Paco Robles con sus “tontos de Capirote”, libro que este tieso que les habla leyó por capítulos en la sección de libros del Corte (Inglés), adaptado al Brexit. ¿Como serían aquellos místicos en su rincón, como sería esa teología sevillana del penitente con sus sandalias guardadas en “el socialista”.

Aquel grupo Mediodía que se fotografíaban haciendo el carajote, en una mesa. ¿Hay algo más sano que hacer alguna vez al mes el carajote rodeado de amigos?. Ahora es probable que esa foto se filtrara por redes sociales y al admirado escritor le cayera la del pulpo, de cuentas anónimas capillitas. ¿Harían aquellos eruditos rankings de los pasos que mejor andan por Campana, o serían de los que se meten con la prensa morada pero se saben de memorias párrafos de aquellos que escriben de cofradías?. ¿Se haría el amigo del nazareno, selfies con su compadre en vez de esperarlo en la taberna? ¿Estos que regalaban su anónimato a la fe, se buscarían en el forro de una túnica bordada para hacerse la foto de rigor? ¿o en el friso de la sala expositiva?. Como periodísta que era, no tendría que escribir sobre retrasos porque los cortejos no medirían lo de hoy, y Sierpes parecería la Buhaira con cofradía en medio. Lo raro de hoy en día es que con la cantidad de gente que maneja una cofradía en la calle y pasando por calles como Sierpes no se deje retraso.

El episodio de la guerra Carlista sucedería igual que ahora con su “...- La cofradía se está poniendo que no hay quien la aguante...”, aunque en vez de taberna sería bar o gastro bar y el tinto dejó su sitio a la Cruzcampo y si es ensayo costalero al refresquito o al red-bull, que cada vez hay menos botellines en las neveras de los ensayos. “Jesús mio del Gran Poder, divina y buena persona”. Era un salmo de Nuñez de Herrera al que todo lo puede. Afortunadamente eso no ha cambiado. Eso sigue siendo la columna vertebral de nuestra fe, aunque tantas veces nos centremos en lo accesorio y nos quedemos sin mirar sus llagas. La Semana Santa seguría siendo ese poliedro de múltiples caras que diría el autor, aunque esas caras hayan cambiado de tamaño o de forma. Requiere una revisión de esos cánones que en muchos casos se perdieron o se cambiaron no siempre para mal. No debemos caer en el nihilismo capillita, en el nada vale, si no es como yo pienso. Y ahora vendrá la pléyade que ponga la crítica feroz a estas letras. Pero yo estaré en el rincón, con los místicos pensando en cofradías. Sintiendo que esto se acerca y ¿que hay más bonito que unas vísperas?.

Y yéndolos mirando

con sólo su figura

vestidos los dejó de su hermosura.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.










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