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El relato de la imagen en la pintura de Nuria Barrera


José Fernando Gabardón de la Banda. Una de las aportaciones que el cartel ha ido teniendo a lo largo de su evolución es su contenido narrativo, la capacidad de contar historias que no sean ajenos a la mirada del espectador. Durante ya largo recorrido histórico, el cartel ha ido ganando un sentido pedagógico y divulgador, que no ha sido ajeno al papel que ha ido representando la revolución de las artes visuales en el siglo XX. Los carteles anunciadores de espectáculos circenses, de los cabaretes parisinos e incluso algún acontecimiento social fueron concebidos como un relato de emociones, en la que el espectador pudiera desplegar un mundo visual ajeno a su vida cotidiana. Esta visión laica del cartel festivo se iría concibiendo en el mundo religioso a lo largo del siglo XX, ya que le daba una frescura a la imagen religiosa, al ir quedando diluida las antiguas litografías y grabados, que habían dado lugar a la circulación de estampas, que habían ido quedando aletargada con el desarrollo de las artes audiovisuales. Un género en sí, el cartel cofrade, fue ganando un papel determinante en la divulgación icónica, al contar con ese contenido narrativo que ayuda a divulgar la esencia de la representación. El contenido narrativo del cartel cofrade despliega su contenido con la plasmación de una imagen devocional o alguna escena de la cofradía en la calle, que a la vez que recoge la tradición narradora de la pintura religiosa, lo introduce en un mundo ajeno en su vida cotidiana identificado con un contexto cultural laico. No cabe duda que una de las mejores narradoras en el ámbito de la cartelería de la escuela sevillana es sin duda Nuria Barrera. Y es que, en la cartelería de la artista de Carmona, lo narrativo, el relato de la imagen, se convierte en la esencia de su obra, que al mismo tiempo que recoge aquellos narradores de lo cotidiano que fueron García Ramos, Jiménez Aranda o Gonzalo Bilbao, concibe de una modernidad preciosita muchas de sus composiciones, en la que la luz es en sí misma parte de esa narración.

Nacida el día 9 de junio de 1972 en Carmona, aunque residente en Sevilla, se formaría en la Academia de dibujo de pinturas de Luis Pajuelo y Luis Montes, obteniendo posteriormente la licenciatura en Restauración y Conservación de Obras de Arte entre los años 1991 y 1996. Desde 1995 comenzaría a formar con pasión a un gran número de niños y adultos, transmitiéndole el amor por la pintura. Desde sus primeras composiciones dió muestras de un rigor narrativo inusual en muchos de aquellos jóvenes artistas que se iniciaban en el mundo de la pintura. Su estudio actual está ubicado en Sevilla Este.

En la pintura de Nuria Barrera la vivacidad de la imagen juega un papel excepcional, en la que prima un sentido colorístico, de gamas cromáticas excepcionales, más allá de visiones fauvistas, en la que se plasma un concepto de alegría en sus composiciones muy cercanas a las que se había recogido en la pintura de principio del siglo XX. Visiones de antaño, propias de una época que se había diluido, denotan modernidad en sus composiciones. Sus dotes de narradora le imprimen una identidad propia a los escenarios en que se desarrolla sus composiciones, dotada de una naturalidad espontanea propia de su genio creador. La figura humana como tal no deja de ser uno de los exponentes más atractivos de su pintura, tanto en sus dotes como retratista, que no solamente quedan plasmada en sus composiciones dedicadas a las Dolorosas, de la que es una verdadera especialista, sino a la impronta que le da a los personajes cotidianos que incorpora a las escenas, que hunde sus raíces en el costumbrismo pictórico, pero que le da una nueva vitalidad en su rigor compositivo, más allá de cualquier imitación. La pintura de Barrera respira alegría, gente en la calle, armonías de colores, una luminosidad constante que recorre cada rincón de su composición. Es la luz la verdadera protagonista de su obra, aunque sin dejar de olvidar que se convierte en uno de los perfiles esenciales de la construcción del relato de sus imágenes. Y es que Barrera lleva la esencia del lienzo al propio cartel, el despliegue de lo cotidiano en el relato de la imagen.

A principio del siglo XXI ya fue dejando gala de su buen quehacer artístico, en algunas de sus obras como podemos contemplar en su obra Mediodía en la Plaza del Salvador, realizada en 2004, que obtuvo el primer premio en el II Certamen Nacional de Pintura del Real e Ilustre Colegio Farmacéutico de Sevilla, a los que habría que añadir la obra que presentaría para el III Certamen Nacional de Pintura Juan Roldán, y la portada realizada para el programa cofrade el Llamador de Canal Sur Radio en el año 2006, en la que ya iba definiendo su estilo personal, en la que la luz y su sentido narrativo de sus composiciones iban floreciendo. Ya en el cartel anunciador del 75 aniversario de la fundación de la Hermandad de la Paz, en el año 2014, la artista nos descubrió definitivamente su concepción narradora, al concebir no solo el retrato de las imágenes titulares de la Corporación del Domingo de Ramos, muy buen resueltas, sino que añadió la esencia de su estación de penitencia con sus ingredientes propio, en lo que lo anecdótico se vuelve en primordial, como esos nazarenitos que salen del propio marco, un ritual mágico del escorzo realista. En el año 2017, Nuria Barrera había alcanzado uno de los momentos más excepcionales de su carrera, realizar el cartel anunciador de las fiestas primaverales de Sevilla, un verdadero tratado artístico, en el que los objetos cotidianos mostraban su propia esencia, un bodegón moderno, en que cada objeto plasma en sí mismo su propia identidad. Un armario empotrado en la pared abre sus postigos enseñando en su interior toda la esencia de la ciudad, en que túnicas de nazarenos y trajes de gitanas se entrecruzan, presidido por el icono esencial que los une en su propia esencia, la palabra Sevilla. Carteles colgados en una de las hojas del armario, reproducción de aquella Inmaculada de Murillo, símbolo de la creatividad de la escuela sevillana del siglo XVII, al que se corresponde con una visión sensorial de la ciudad de Sevilla, con la reproducción sinuosa de la Giralda. Zapatillas y zapatos, Semana Santa y Feria, en una excepcional combinación compositiva, al que se une aquella zapatilla de caseta de Feria, con el capirote y túnica desplegada sobre la misma y en la otra esquina la maceta con un juego de flores y el escudo de la ciudad. Unos años antes, en el 2013, había ya ensayado la concepción narrativa de los objetos en el cartel oficial de la Semana Santa de Sevilla, en la que combinaba la trasera del paso de palio de la Paz con el sudario de la Soledad de San Lorenzo, la corneta de la Centuria Macarena con el canasto de la Amargura, al que la pintora califico como el cartel de los sentidos. Y es que a modo de un Arcimboldo en la que jugaba con las frutas para componer un rostro, Nuria Barrera delimitaba la esencia de una ciudad como Sevilla con objetos e iconos representativos de su esencia.

Sería en las representaciones de la cofradía de la Macarena donde Nuria Barrera ha ido dejando estelas de la grandeza de su creadora, de las que quiero resaltar una obra excepcional de sus últimos años, Puerta del Cielo, para participar en la Exposición colectiva benéfica que organizó la Hermandad en el Círculo Mercantil de Sevilla. En el año 2011, la Hermandad de la Macarena le encargaría su cartel anunciador de su estación de penitencia, en la que dejaría una visión muy intimista tanto de la representación de la propia imagen de la Virgen, situada en un primer plano en uno de sus extremos, que, entreabierta desde una de sus bambalinas, deja prestancia al fondo del paso del Cristo de la Sentencia. Y es que, a lo largo de su carrera artística, la visión de la procesión de la mañana del Viernes Santo de la Hermandad de la Macarena ha estado presente en su obra. El paso de la Virgen con la torre de los Perdigones al fondo, en la que deja prestancia su cariño por lo anecdótico, al dejar en un primer plano el grupo de acólitos en uno de los extremos, dejando entrever un grupo de nazarenos con sus características túnicas de capas, que van presidiendo el paso de la Macarena, rebosante de luminosidad. Y sabedora del propio calor humano del cortejo procesional, concibe el paso del Sentencia envuelto en una marea humana, así como el propio paso de palio en la calle Feria. Con un carácter más esbozado muestra el paso del Cristo de la Sentencia en el interior de la Catedral, aunque con un efecto de lejanía, destacando los armaos que de espalda al espectador admiran la bella estampa, al que se le unen tres nazarenos y un acólito, del año 2017. Los armaos también se convierten en protagonistas de sus composiciones, excepcionales retratos que más allá de un puro lirismo cromático de la escuela costumbrista sevillana, como lo muestra la pareja que camina por la plaza Calderón de la Barca del año 2013, o el propio retrato del retrato del armao del 2012. Personajes secundarios que cobran vida, al igual que el cirial que representaría en la composición del Cristo de Burgos. En Puerta de Cielo, Nuria Barrera supo resumir toda la esencia de su obra, a modo de un friso longitudinal, como había utilizado algunos genios de la pintura como Boticelli, nos deja un auténtico relato visual de uno de los momentos más importante de la estación de penitencia, el paso por el arco de la Macarena. Concebido desde un punto de vista lejano, con una técnica fluida deja reflejado todos los ingredientes de este majestuoso momento de la Semana Santa sevillana, desde grupos de nazarenos y armaos que se agrupan al gentío que envuelve al paso de la Virgen, hasta el portador de globos. No cabe duda que en esta obra dejo plasmada una escena de la ciudad, una parcela de la misma, el entorno del Arco de la Macarena, como ya lo hiciera en un magistral dibujo Richard Ford, aunque le faltaría un matiz, la esencia humana que llena esta escena con la Virgen, que Nuria Barrera como gran narradora visual de las composiciones nos dejó en esta obra. El relato de la imagen en su esencia. 

Dedicada a mi amiga especial Gloria y a su hija, monaguilla de la Hermandad, modelo para cualquier pintor de la esencia de nuestra ciudad. Y un fuerte abrazo para su padre Pedro. 

José Fernando Gabardon de la Banda. Profesor de la Fundación CEU San Pablo Andalucía. Doctor en Historia del Arte. 










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