El eterno debate. Antonio Sánchez Carrasco

Todo en Sevilla es eternidad, en cada sevillano hay un presidente del Consejo,  un pregonero, un experto músico,...., si se cruzan ambas frases tenemos alrededor de la Semana Santa un cóctel explosivo.  Y llega nuestro pastor y habla de poner un tope al hábito nazareno y pa que queremos más. El páter dijo a las claras que esto en algún momento habrá que solucionarlo. Está claro que los cortejos han crecido exponencialmente así como la gente que los ve, y las calles  siguen midiendo lo mismo. No significa que lo dicho por Su Eminencia sea la solución ideal pero al menos ha pensado un camino, y lo ha dicho a las claras, algo que no hacemos aquí. Bueno lo hacemos pero en la barra de un bar o desde el más recóndito de los anonimatos. La masificación considerada como un problema hay que buscarle soluciones.

Pero es más fácil indignarse y endiñarle al pastor cuando el arreglo sólo tiene tres caminos. O se acortan los cortejos, o se alargan los tiempos de paso o se cambian las calles. Habría otra solución más anárquica que sería no tomar el exceso como un problema, y salga el sol por Antequera, tierra de molletes y no de los panes de ahora que algunos parecen que se le ha caído al panadero el comedero de un canario encima, pero bueno que me voy del tema. El sábado muchos cerramos un  círculo, aquel que empezó a formarse en marzo de 2020 cuando salió a la calle el Cristo de la Piedad en la calle Turmalina, la última imagen que vimos aquellos que no nos rasgamos las vestiduras porque un paso salga de una carpa. Probablemente porque hemos visto pasos que ahora van a la Campana en peores trances, o incluso hemos leído en las crónicas lo que tenían que hacer algunas hermandades para salir en su estación de penitencia y hacia donde volvían sus pasos, peleas de gallos, ceremonias como la humillación...Lo sé,  eran otros tiempos, y no todo vale en la demostración de la fe pública,  o si vale, quien soy yo para decirle a las personas que ayer se asomaban a los balcones de aquella plaza que no recuerdo ni el nombre, o a la Señora mayor que lloraba y aplaudía cuando salían los pasos de la carpa que sus pasos no son reglamentarios, quien soy yo para decirles que no deben de rezar un padre nuestro en ese oratorio cuando pasan para la compra con el carrito, o cuando salen a sentarse al sol de la plaza, quien somos para calibrar la Fe de otros...en fin que volvimos a ver en la calle el último paso que habíamos visto en 2020 y eso nos hizo sonreír. Y encima este año por ser el X aniversario salía la Virgen de Salud y Esperanza en un palio que hicieron ellos mismos. Y el domingo volvió la Estrella, y todos recordamos a María sentada en el antiguo Vargas, viendo pasar a su Virgen, la que más llora y mirándola con el alma, y es que es la Semana Santa no es más que recuerdos y vivencias. Sigan cuidándose y hasta el lunes si Dios quiere.

#LosLunesAlSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.