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Jueves pastoreños. La Pastora de Gójar: 250 años de una Hermandad Filial. Francisco Javier Segura Márquez


Es costumbre inveterada en la Iglesia Universal la constitución de Cofradías que, formadas con seglares, vienen a ofrecer Culto a Cristo, la Bienaventurada Virgen María o los Santos. Algunas de ellas, por especiales circunstancias, y con frecuencia por su antigüedad o novedad con respecto a otras Corporaciones, adquieren el carácter de Archicofradías (sea ese el título que ostentan, o no) en virtud del cual pueden agregar a otras Corporaciones para que gocen de sus privilegios espirituales o pueden extenderse por diferentes lugares de la cristiandad, a través de Corporaciones que poseen su mismo Titular y sus mismas Reglas. Los casos más conocidos y destacados en nuestro entorno son la Archicofradía de Jesús Nazareno “El Silencio”, la Cofradía Matriz de la Santísima Virgen de la Cabeza en Andújar o la Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío, en Almonte. Todas ellas tienen agregadas un número, cuantificado o no, de Hermandades en otros lugares que amplifican el culto a su Titular y se consideran filiales o hijas de un mismo tronco común.

 

Un caso idéntico ocurre con nuestra Hermandad, que por ser la Primera del Mundo en honrar a María como Divina Pastora de Nuestras Almas ha servido de modelo, directo o indirecto, para todas las demás que en el mundo se han fundado -y han de fundarse futuramente- para dar Culto a la Santísima Virgen bajo dicho Título y Traje. Desde 1706 hasta 1743 se vive el primer período de expansión de este movimiento organizativo en torno a la Divina Pastora, cuando se constituyen, con las Reglas de nuestra Hermandad otras en lugares tan dispares como Carmona, Utrera, Jerez, Granada, Cádiz, Ronda o Dos Hermanas.

La presencia de Fray Isidoro en múltiples ciudades y pueblos, como apóstol y predicador de la Divina Pastora, conllevaba en algunos de ellos la constitución de una Hermandad, que hacía patente y estable el Culto a la Santísima Virgen a través de un sistema organizativo vinculado al rezo del Santo Rosario o la Corona de la Divina Pastora así como la celebración de la Fiesta en honor a la Madre de Dios a lo largo de los meses de Agosto y Septiembre, consagrados tradicionalmente a tan tierna devoción y que hoy, en múltiples lugares, siguen siendo el espacio temporal elegido para ofrecer un Solemne Novenario, la Fiesta Principal y la Triunfal Procesión de la Divina Pastora. .

 

Allí donde personalmente Fray Isidoro no podía llegar, la propia fama extendía la nueva iconografía mariana, llegando en 1745 a las inmediaciones de la Ciudad de Granada, donde en la localidad de Gójar se vino a constituir, entre los días 2 y 25 de Abril, una Hermandad para rendir Culto en la Parroquia de la Villa a la Divina Pastora, que ya en su Imagen habían dejado allí los Misioneros Capuchinos. Dicha corporación, que tenía limitado su número de hermanos en 42, solicitó en 1762 ampliarlo a 60, eligiendo de entre ellos, con carácter anual, primero dos Mayordomos, y luego cuatro, a partir de 1770, para un mejor gobierno de la Corporación.

 

De la actividad institucional se puede colegir que las aspiraciones de la Corporación serrana estaban puestas en la máxima vinculación con la primera Hermandad de la Divina Pastora, en una Sevilla bastante lejana a la que se decidieron, en virtud del Cabildo de Hermanos celebrado el día 21 de Junio de 1772, enviar a don Bartolomé Luis de Córdoba, en nombre de los Mayordomos de aquel año, para que solicitara a la Primitiva Hermandad agregara a la gojareña a todos sus privilegios espirituales, por ser “Primitiva, Principal y Madre Universal de todas las erigidas con ese Título”, según consta en el acta. La ida y vuelta de tan dificultoso viaje, en medio de la canícula andaluza, debió resultar para el viajero Bartolomé verdaderamente dificultosa. Su regreso ya se había producido el día 12 de Septiembre del mismo año, porque para ese día se convocó a los sesenta hermanos a un Cabildo para confirmarles que, en efecto, la Primitiva Pastora de Santa Marina había agregado a la Hermandad de Gójar a sus innumerables privilegios espirituales, concedidos por aquel entonces por la Santa Sede, Cardenales y Arzobispos de muy diverso origen.

 

Este gesto, que nos consta de forma documental producido también en 1743 con la Hermandad de la Divina Pastora que llegó a existir en la Villa de Los Palacios -antes de unirse a Villafranca de Céspedes o Villafranca de la Marisma- era una forma de prestigiar la vida de la Hermandad, al facilitar a los fieles de cualquier lugar gozar de los mismos privilegios -especialmente indulgencias-que alcanzaban quienes oraban, asistían a la Santa Misa o visitaban, en nuestro caso, la Imagen de la Divina Pastora en su Capilla de la Parroquia de Santa Marina. La fecha de 1772 no nos parece en absoluto casual. Ya por aquellos años había comenzando la Gran Misión que, a lo largo y ancho de España, realizó Fray Diego José de Cádiz, expandiendo también el apostolado de la Divina Pastora.

 

De su labor conocemos hoy, con exactitud histórica gracias a una carta ológrafa firmada en 1779, la fundación de la Congregación con sede en la Parroquia malagueña de la Divina Pastora, acaecida en 1771 y usando para ello la misma Regla de la Primitiva Hermandad, a la que añadió algunos artículos, no sólo para concretizar el caso sino, a buen seguro, para actualizar su contenido. Por aquellos, nuestra propia Corporación tuvo que presentar sus Reglas ante el Consejo de Castilla para recibir la censura que había dispuesto el Rey Carlos III para regular el gran número de Hermandades que a duras penas convivían con idénticos fines y corta hacienda.

 

Las dificultades del siglo XIX vinieron a terminar con la actividad de la antigua Hermandad de la Divina Pastora, que no cesó su actividad a nivel popular, pero sí perdió toda estructura organizativa, refugiándose en la actividad de la Parroquia. A partir de los años noventa del siglo XX, se intenta rescatar por diversas vías pero todas resultan infructuosas. Finalmente, entre los años 2006 y 2007 se renueva por completo la Hermandad, aprobándose nuevas Reglas y eligiendo una Junta Directiva, que habría de presidir el Sr. D. Roque Rodríguez Fernández, cuyo nombre de pila alude al otro Titular de la Hermandad, San Roque de Montpellier, que también procesiona con la Divina Pastora en su primer Domingo de Septiembre festivo. 

Esta Junta de Gobierno fue la que, llevada por la curiosidad de seguir los pasos de aquellos fundadores, viene a trabar contacto con nuestra Corporación, facilitándonos el acta del Cabildo de 1772 en el que aprobaron solicitar la comunión espiritual en nuestros privilegios. Esta unión, restablecida a partir de entonces, y sellada con la pertenencia mutua de hermanos a ambas corporaciones, cristalizó en 2011 con la concesión de la Insignia de Oro a la Divina Pastora de Gójar, que en aquella primera Fiesta Principal celebrada en Septiembre tras largo tiempo, acudió en peregrinación a Sevilla con su Guión para recibir la condecoración y retomar el contacto que sus antecesores labraron con la Primera Pastora del Mundo. Años más tarde, nuestro actual Mayordomo, don Francisco Javier Segura Márquez, en nombre de la Hermandad, participó en el acto de Exaltación a la Divina Pastora en dicha localidad granadina, tras el cual fue descendida de Su camarín la Sagrada Imagen Titular antes de sus Cultos anuales, consistentes en Solemne Quinario y Misa Mayor.

 

Este año celebramos los 250 años de un acontecimiento singular: una Hermandad de la Divina Pastora, desde el otro extremo de Andalucía, en su oriente granadino de Gójar, vino a recibir la luz que mana del Sol Purísimo de María, nuestra Amantísima Pastora, en su Imagen primigenia y en su Hermandad Mayor y más antigua. Hoy seguimos dando gracias a los hermanos de Gójar por dejar patente su respeto y consideración hacia nosotros y seguir, cada día, desde su localidad, impulsando el amor por María, que se hizo Pastora de Nuestras Almas por la sencilla ocurrencia del Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla.










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