Salutacion en San Nicolás de Bari ante el Simpecado y la Stma Virgen de las Nieves
Arte Sacro. El pasado domingo 4 de agosto, la hermandad de la Virgen de las Nieves, celebró con una Salutación, este año a cargo del consejero de hermandades de gloria del Consejo General de hermandades y Cofradías de Sevilla, Manuel Vales Palma, ante el simpecado y las andas de la Stma Virgen de las Nieves, para conmemorar el milagroso suceso que cuenta la leyenda que da origen a la devoción. Esta leyenda cuenta que en Roma, un discípulo de Giotto, inmortalizó en la misma basílica a la Virgen de las Nieves pintando el suceso extraordinario en la misma Basílica de Santa María la Mayor, donde permanece.
Este año, por motivos ajenos a la hermandad no ha sido posible recrear la "Nevada simbólica", al no encontrarse en su sede "Santa María la Blanca".
El periodista Juan Manuel Labrador presentó al orador, repasando los 10 años que lleva realizandose este acto, que tan solo por la pandemia no se ha realizado la nevada, al igual que este año, que tampoco ha sido posible.
Hizo mención especial el hecho de que esta salutación se hará mirando a la Virgen de las Nieves, que normalmente se encuentra a la espalda del orador.
Arrancó Manuel Vales con los versos siguientes:
Antes de que mi corazón vuele
y se separe de mi alma
antes que pierda la calma,
y tu gracia me consuele
Quiero contarte dos dudas,
que se tornan más agudas
y que mi mente asaltan,
mientras furiosas cabalgan
y alimentan mi amargura.
Antes que el camino llano
que a tus plantas me ha traído.
y poco a poco ha conseguido
tornar lo negro en blanco.
Y desde el arroyo Tagarete,
poner mi seso, en un brete
y sin sentido desviarme,
tomando la puerta la Carne
y ser de la providencia un juguete.
Antes de traspasar cobarde,
de tu palacio el dintel,
antes que mi amor fiel,
refulja como llama que arde,
antes que mi alma componga
y del sol, pase a tu sombra
que mi pie, tu cielo roce
y mi ser todo solloce,
tornando valiente, este alarde.
Antes que me postre de hinojos,
ahora que nadie nos escucha,
de tu paz y de mi lucha,
te contaré sin cerrojos,
desgranando con mi verso,
lo mejor de mis reversos
¡Vive Dios! Que gran ventura,
trovar la celestial hermosura,
del rosal de quien soy preso.
Dejadme que hoy os ofrezca,
con gracia y zalamería,
Sagrada Virgen María,
el verbo, que en mi boca crezca.
Dejadme por un momento,
abandonar mis lamentos,
y Ser sevillano Tenorio,
humilde ejemplo notorio,
que, de tu amor, mi amor florezca.
Permitidme que gallardo,
del parque coseche el aroma.
Y que cuando a la calle asomas,
al punto, se arome de nardos.
Recoger del cielo esmaltado
un celeste inmaculado,
de la luna, su blanca plata,
y que estas manos ingratas,
te la ofrezcan sin retardo.
Dando paso a otra serie de prosa y verso:
Baña la luz de octubre, la pizarra que tu puerta alfombra. Veo tus yeserías, y las pinturas que te adornan. El transitar concurrido, y las prisas de última hora. Colocar las insignias, las hachetas y las varas, ver la felicidad de vuestras caras, cuando los goznes de tu puerta, afanosas se acarician, y anuncian a Sevilla, que de tu calle el gris, se tornará blanco.
Si un abrazo Ella pidiera,
¡de otra forma no lo hubiera!
Santa Cruz, judía y galante
se prestaría al instante,
a adornarse de damascos,
a tapizar sus paredes
a dejar camino llano,
a permitirte la lluvia
de blancos pétalos, blancos.
A guiarte a la regia plaza
do está esperando Juan Pablo,
y asomarte a ese retablo
donde la piedra y la belleza,
-no me cabe más certeza-,
que allí sedente te espera,
de los Reyes la primera,
no cabe ya, más sevillanía,
no hay quien, que esto lo iguale,
aquí nada se improvisa,
que hasta tu propio escudo lo avisa:
dos hermosas azucenas,
y la más esbelta de las torres.
Cerrando con estos versos su salutación:
Entre caricias y mecidas.
Eres pequeña plegaria.
Eres torre y eres fuente,
eres de mi ser, el ancla.
Y yo, gorrión atrevido.
Quiero ser pequeño copo
que en tu manto se afiance.
Quiero ser pequeña mota
nívea y desafiante.
Un fino punto de hilo
de limpia plata en su realce.
Quiero de tu mes de octubre,
ser bendita la puntada
que mi cabeza cansada
de tu color ya se recubre.
Ser camino que discurre
por la estrecha judería.
Y vivir esa alegría
de tu presencia en la calle.
Por eso, y por tantas cosas,
por este hogar que hoy nos alberga
por tu Párroco, por Eduardo y la Junta que le rodea,
por todos los que aquí presentes,
en esta bendita hora,
quiero agradecerte las rosas
que a diario nos ofreces,
por un nuevo día que amanece,
por la vida de un chiquillo,
por el pan y por su vino
por ese trabajo que nunca falte,
por los cofrades que se fueron,
y por los que desde el cielo nos guarden,
quiero agradecerte las rosas,
que, a diario, Tú nos mandes.
Y aquí, se apaga este encuentro
de este, que en tu amor confía
y que de la turbia oscuridad
por siempre serás su luz y su guía.
Como en aquella lejana Roma
aquellos que tu auxilio suplicaron,
y se cumpliera aquel bendito sueño,
que a tu sencilla y regia señal.
Tornó en grande, lo más pequeño.
Y ser testigo ilusionado
de lo que San Bernardo dijo,
“que nadie que a ti te implore
de us benditas manos,
no reciba esas sus flores”.
Asi que, a voz en alto,
nadie diga que no es cierto,
que de Santa María. eres su gloria,
y hoy lo canté a los cuatro vientos.
Santa María de las Nieves.
Ruega siempre por nosotros.
Al finalizar el acto, el hermano mayor hizo entrega de un cuadro como recuerdo del acto.
La junta de la hermandad de las Nieves, el orador y anteriores hermanos mayores posaron ante las andas de la Virgen.
Fotos: Fco Javier Montiel