Besamanos a la Virgen del Refugio de San Bernardo
Fco Javier Montiel. El besamanos a la Virgen del Refugio es un momento de profunda devoción y recogimiento dentro del calendario litúrgico de la hermandad. Cada año, los fieles se congregan en la iglesia para ofrecer su respeto y amor a la Stma Virgen, que simboliza el consuelo y la protección en medio de las adversidades de la vida. La Virgen del Refugio, con su mirada serena y su manto de gracia, invita a los corazones a encontrar en ella un puerto seguro, un lugar donde las preocupaciones se disuelven y la fe renace con fuerza.
El beso en la mano de la Virgen es un gesto cargado de significado. Es una muestra de humildad y entrega, un reconocimiento de la necesidad de su intercesión en nuestras vidas. Al inclinarse ante ella, los devotos buscan su amparo y su guía, confiando en que, como Madre amorosa, siempre estará dispuesta a escucharnos y a llevar nuestras súplicas al Señor de la Salud. Este sencillo pero poderoso gesto nos recuerda que, en nuestra fragilidad humana, encontramos en María el Refugio perfecto, la madre que nos acoge y nos protege con su manto celestial.
Durante el besamanos, el silencio y la oración envuelven el ambiente. Las velas encendidas y los rezos murmurados crean una atmósfera de paz y espiritualidad. Cada mirada hacia la Virgen del Refugio es una conversación silenciosa, un diálogo íntimo entre la Madre y sus hijos. Es en este espacio sagrado donde los corazones se abren, y las almas encuentran consuelo y fortaleza para enfrentar los desafíos del día a día.
Ella, con su presencia maternal, nos enseña a confiar en la providencia divina. En un mundo lleno de incertidumbres y tribulaciones, ella se erige como faro de esperanza y guía. Nos recuerda que, en medio de las tormentas, siempre hay un lugar seguro donde podemos encontrar paz y consuelo. Su imagen, serena y majestuosa, nos invita a descansar en su amor y a renovar nuestra fe en la promesa de la redención.
Rosa de carne morena,
Hermosa vara de nardo,
tu paso rojo de pena,
lo luces en San Bernardo,
del Refugio gracia plena.
Fotos: Fco Javier Montiel