¡Ay Sevilla!. Antonio Sánchez Carrasco
Mira que me cansas a veces. Mira que recuerdo aquello de Sevilla sin sevillanos y sonrío. Mira que los lobbies y los mundillos de nuestra Ciudad me desbordan la paciencia. Mira que por más que lo pienso a veces me agota tener tantas lupas en la Ciudad. Mira que muchas veces, más de cuatro veces, veo triunfar y encumbrar obras de gente por ser amigos de fulanito o menganito, que saben lo suficiente para echar el día. Mira que me gusta Sevilla, tanto que a veces duele en el pecho, donde duele el amor. Mira que me gustan sus tiempos, esos que se viven despidiéndose continuamente y recibiendo la vida con una sonrisa de lo vivido. Mira que eres bonita y puñetera a la vez. Pues después de un año en el que has vivido lo mejor y lo peor de esta Ciudad te vas de vacaciones tres semanas queriendo conocer otras realidades, como la de la España vacía y vaciada, porque el vacío llega cuando te quitan la red que sustenta tu vida y tienes que buscártela en otro lado, ves la gloria pasada de una España que fue grande y ahora se desmorona entre secarrales y monte bajo. Y justo, en Sigüenza, lees la tumba de alguien que dice haber sido arzobispo de Sevilla y te vienes arriba. Entras en el museo diocesano y ves una Inmaculada de Zurbarán ya pintada al modo que escribió Pacheco y en su esquina inferior izquierda el skyline de una Sevilla que era puerta de América y sales “engorilao” del museo. En la plaza mayor tomando una cerveza, un señor con una gorra del Real Betis Balompié hablando con otro de cuando Dassaev se cayó al foso y encima te escribe Moisés “pa” una tertulia en 7TV el día 30 por si ya estoy en Sevilla. Y no le pegas una levantá a la mesa por no derramar la cerveza. Y piensas en voz alta, ¡no tenemos remedio!.
#LosLunesalSol