“No todo se soluciona con chapa y pintura”. Mariano López Montes
No es mi intención el descalificar, dar a conocer, ni hacer una crítica mordaz y destructiva al título que ha utilizado Atresmedia en su programa que intenta informar sobre el Cabildo y la restauración de la Esperanza Macarena, tampoco voy a evaluar el nivel y la motivación ideológica de los constructores de dicho programa, entre otras cosas porque no soy la persona indicada para ello y en segundo lugar porque desde que apareció el título y se difundió a la audiencia, ya se han encargado de esgrimir su rechazo y a la vez descomunal enfado por llamarlo de alguna manera a tan irrespetuosa puesta en escena.
Sí es mi intención el aportar desde este sencillo texto mi visión personal desde una óptica mucho más generalizada sobre este hecho en sí, el cual me parece totalmente inapropiado y degradante para los macarenos y en general para todos los sevillanos y foráneos que siendo hermanos o no siempre llevamos en nuestro interior ese sentimiento macareno, aunque pertenezcamos a otras cofradías.
Este hecho de la “chapa y pintura” no es un hecho aislado, tampoco creo desde mi inocencia, que es un hecho premeditado y orquestado para desprestigiar nuestra religiosidad que, en esta parte de Andalucía, se vive y manifiesta en la devoción o el sentimiento a unas imágenes que son parte de nosotros y nos sirven de referentes.
Esta falta de respeto, tacto y consideración a un hecho que no es superchería ni beatería de un pueblo atrasado e ignorante como algunos nos quieren ver, sino que responde a un sentimiento consolidado por una tradición que compartimos la mayor parte de andaluces y sevillanos, como es el caso, hacia unas Imágenes que desde que nacimos forman parte de nuestras vidas y en muchos casos son el núcleo existencial de su “religiosidad popular o piedad popular” como se la denomina actualmente.
El “antropocentrismo” o equiparación de lo divino a nivel humano y “La matrifocalidad” que da carácter de madre a nuestras sagradas imágenes de la Virgen, son signos de identidad de la religiosidad en nuestra cultura andaluza a la que pertenecemos, practicamos y sentimos y que se ha ido forjando y transmitiendo con el paso de los siglos.
Esa denominación de “chapa y pintura” al referirse a una imagen devocional y en este caso nada más y nada menos a Nuestra Esperanza Macarena nunca tendrá sentido ni definirá el sentimiento y la fe cercana que tiene la Imagen y que forma parte de la propia vida de muchos sevillanos y otros que viven fuera de nuestra ciudad, pero que también para ellos será para siempre su Macarena.
El reduccionismo de “la chapa y la pintura” puede definir perfectamente a un proceso mecánico de La Fasa Renault , o bien de algún taller situado en El Polígono Navisa, Calonge o de la carretera amarilla, pero jamás, aunque no sea hecho con mala intención el dichoso “chistecito” representar a la dimensión que tenemos en referencia a las reparaciones necesarias o tal vez no, que se hacen a nuestras imágenes sobre todo si son titulares de esa devoción, de sus propios hermanos y en este caso de una devoción universal como es La Macarena.
Esa depauperación de nuestros propios valores culturales, el conocimiento de nuestros sentimientos y el peso de nuestras tradiciones y formas de ver la vida se ha ido convirtiendo desde hace años y cada vez avanzando a pasos agigantados a una cultura transformada para el turismo y centralizada en el comercio de una forma de ser y sentir la vida llena de tópicos, mentiras o medias mentiras que acrecientan un comercio cada vez más rentable y destructivo como el que vivimos los sevillanos, que cada vez vemos a esta nuestra Sevilla como “El Parque temático Sevillalandia”.
Las Hermandades y Cofradías sobre todo no han sido ajenas a este fenómeno de globalización comercial. En la actualidad todo se compra y se vende, todo el mundo cree que lo conoce todo sin enterarse como menciona el dicho popular “ni de la misa la mitad”, las televisiones y otros medios de comunicación luchan por unas audiencias que las haga rentables a costa de noticias impactantes como esta de “la chapa y la pintura”
Ese regionalismo cañí folclórico y generalizado, con el que desde hace tiempo se quiere visualizar todo lo andaluz y lo sevillano en particular que es nuestro caso, solo vende el espectáculo de una Sevilla de continua fiesta llena de “toreros, flamencas, chistosos y ya hasta de nazarenos, guapas…… guapas”, ¿cuándo y dónde las bailan y en donde las cantan?, sobre todo refiriéndose a nuestra Semana Santa.
Hace una semana escuché a un guía turístico por la Alcazaba que aquí en Sevilla lo típico era que nos saludáramos con el término “olé, olé” lo cual despertó la risa del grupo de guiris que comandaba.
Todo vende y se comercializa y también le toca su turno a nuestra Semana Santa, se aprovecha hasta aquellos momentos más íntimos para conseguir la noticia incluso pienso si los propios cofrades en general y más aun los que gestionan las hermandades, no colaboramos directa o indirectamente en la propagación de este fenómeno.
Las sociedades modernas evolucionan a la participación generalizada y a la información como herramienta indispensable de todo fenómeno social y en este caso nuestras hermandades y cofradías cada vez acaparan más esa esfera de lo social, además del religioso y devocional.
Ese exceso de protagonismo de algunos, esas campañas electorales a “La Americana” ese “Trepismo” que algunos cofrades valiéndose de las hermandades utilizan para incorporarse y darse a conocer en esa nueva aristocracia cofrade sevillana que se está imponiendo, aunque cueste reconocerlo.
Lo oculto se hace transparente y hay opciones para conocer todo de todos. El problema es quien gestiona y dirige esta información, aquí todo el mundo no sabe de nuestra cultura y formas de ver la vida y la famosa “prensa morada” a veces se transforma en la “rosa” que actualmente vende convirtiéndose en incondicionales súbditos de ese nuevo “Dios Mercado” que lo domina todo y en este caso en particular nuestros sentimientos más profundos. La famosa y desafortunada frase de “la chapa y la pintura” denota que el genio que la ha creado no tiene idea de lo que representan nuestras Imágenes para todos y cada uno de los sevillanos que nacimos y crecimos a su sombra, la identidad, la tradición, los recuerdos y los sentimientos van mucho más allá del arte o la madera con la que se tallaron hace siglos, de ahí el rechazo generalizado a esta especie de spot publicitario, que no representa a nadie y cada uno le puede dar el apelativo que crea conveniente.
Siempre he pensado que “siempre se debe decir lo que se piense, aunque al final debas lo que digas”; creo que son válidas las dos posturas las que esgrimen la falta de respeto y la indignación por una parte y la contraria que propone no echarle cuenta para no darle más publicidad al asunto. Creo que la política del avestruz se queda corta para esta situación, pues si nosotros mismos no luchamos por lo nuestro, ¿quién lo va a hacer por nosotros? El desmesurado berrinche de otros tampoco nos beneficia porque perpetuamos un hecho que tarde o más bien temprano quedará como una simple y desafortunada anécdota.
Lo verdaderamente cierto es que la Virgen de la Esperanza Macarena, la de hoy, la de mañana y, sobre todo, la de siempre, seguirá viva en el corazón, el alma y la razón de todos los sevillanos, de los macarenos de pro, que son la inmensa mayoría, y de todo aquel que tuvo la suerte de verla, aunque no haya nacido en esta tierra, pero que, desde ese momento, ya forma parte de sus vidas.