Cabezuelo propone conmemorar el Centenario del Besamanos a la Virgen de la Esperanza con una celebración histórica en San Gil
Arte Sacro. La candidatura encabezada por Fernando Fernández Cabezuelo a hermano mayor de la hermandad de la Macarena ha presentado uno de sus proyectos más significativos y simbólicos: la conmemoración del Centenario de la instauración del Devoto Besamanos a la Virgen de la Esperanza, acontecimiento de gran relevancia en la vida devocional de la corporación y de toda Sevilla.
El 18 de diciembre de 1925, festividad de la Expectación del Parto de la Santísima Virgen, la Hermandad de la Macarena celebró por primera vez este ejercicio piadoso que, desde entonces, quedó instaurado para mayor gloria de la Virgen y fervor de los macarenos. Las crónicas de la época recogen cómo la Iglesia de San Gil se vio abarrotada de fieles, con momentos en los que resultaba imposible avanzar por la multitud que deseaba acercarse a besar la mano de la Virgen. Más de 10.000 personas participaron en aquel histórico Besamanos, desde miembros de la realeza hasta los vecinos más humildes del barrio, en un gesto de fe y devoción que se convirtió en tradición centenaria.
Con motivo de esta efeméride, y siempre que la restauración de la Santísima Virgen lo permita, la candidatura de Fernando Fernández Cabezuelo propone que la Virgen de la Esperanza vuelva a ser expuesta en Devoto Besamanos en la Parroquia de San Gil, templo con el que la Hermandad mantiene una unión histórica y sentimental al haber sido su sede canónica durante casi tres siglos (1653-1949).
“Queremos que la Virgen regrese a San Gil en un acto cargado de simbolismo y emoción, devolviendo a este templo una página fundamental de nuestra historia y permitiendo a los hermanos y devotos revivir un acontecimiento que marcó profundamente la devoción a la Esperanza”, ha destacado Fernando Fernández Cabezuelo.
De esta forma, el candidato sitúa este proyecto como una de las iniciativas destacadas de su programa, con el objetivo de reforzar la identidad de la Hermandad, el arraigo con el barrio de la Macarena y especialmente con San Gil, recuperando así hitos de gran calado espiritual y mantener viva la memoria de quienes forjaron la devoción a la Virgen de la Esperanza.