Noviembre. Antonio Sánchez Carrasco

Debe ser que llegan esas fechas del otoño en las que uno se siente más unido a la Ciudad, por aquello de ser temporada baja de trolleys. Debe ser que aquello de polemizar en esta Ciudad es deporte y cuando no son las tormentas, es la Esperanza de Triana o las elecciones en la Macarena. A pesar de todo, noviembre te recuerda que aún hay vida más allá de las discusiones. De los fieles difuntos y las hermosas Vírgenes de luto riguroso, a festividades como la de San Martín de Porres en el Convento de Madre de Dios de la Piedad, las salidas de la Madre de Todos los Santos y la Virgen del Amparo, el Museo, las Penas..., que sí, que siempre habrá el que vuelva con el manoseado argumento de que lo extraordinario repetido pasa a ser ordinario y tal, ... hasta que le toca salir a alguna imagen de su devoción, entonces está más que justificado. Pero a pesar de las notas discordantes, Sevilla es vida, y no es chauvinismo, nos sentimos unidos a sus grandezas y sus miserias como si fueran las nuestras y nos pellizca un palio sin música y la vuelta del sábado de la Esperanza de Triana con Churumbelerias o con lo que suene a su alrededor. Y llegas a Casa Moreno, donde ya por esta fecha han desembarcado los mantecados de Antequera, y tras vermú y Gilda, Emilio te escribe la nota que acompaña estas letras y entiendes que es así, que cuando está Ciudad se te mete debajo de la piel llegas a amar sus defectos de tal manera que no te ves en otra ubicación que, en Sevilla, la Ciudad de mis sueños, buenos y malos.

#LosLunesAlSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.