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«Dios en la Tierra» nueva marcha dedicada al Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono


20251121_162328__Copiar_Arte Sacro. El pasado sábado 22 de noviembre la Centuria Romana Macarena estrenó una nueva marcha procesional dedicada al Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono, titulada Dios en la Tierra, compuesta por Francisco Moraza.

Su estreno tuvo lugar en un concierto de marchas procesionales en un templo profundamente vinculado a la historia de la bendita imagen, la parroquia San Gil Abad, donde recibió culto casi 40 años y desde donde fue trasladado, a hombros de sus devotos, el 7 de marzo de 1981 hasta el Cerro del Águila.

En palabras de su autor, “Dios en la Tierra” surge como fruto de la alianza artística y devocional entre la Banda de la Centuria Romana Macarena y la Hermandad del Cerro del Águila, dando forma musical a un vínculo profundamente arraigado en la fe y el servicio común.

La composición halla su inspiración en la vivencia del primer Martes Santo, cuando los músicos, al iniciar su recorrido penitencial, alzan la mirada hacia la sobrecogedora escena del centurión romano ante el Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono. En aquel instante —eco del pasaje evangélico donde se proclama “Verdaderamente, este era el Hijo de Dios”— nace la esencia espiritual de la obra.

El inicio de la marcha, escrito en fa menor, recrea esa primera visión solemne: los metales emergen desde el silencio, evocando la emoción contenida de los primeros toques de corneta. Su desarrollo avanza con serenidad, reflejando la identidad del Cerro, su historia y la profunda alegría de un barrio que se reconoce en su Hermandad.

La obra incorpora, además, un matiz aflamencado que rememora la especial vivencia experimentada en la calle Tetuán, donde músicos y costaleros, en estrecha comunión, compartieron un momento de unidad, entrega y humanidad que marcó para siempre la memoria de aquel Martes Santo. Como homenaje a la primera interpretación de Híspalis tras el Señor —hito para la formación— el autor conserva un inicio al aire y sin percusión.

Finalmente, la marcha concluye en do mayor, símbolo de claridad, luz y plenitud, cerrando la obra con una resolución que enmarca el sentido final de la composición.

Pueden escucharla aqui









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