El 'nuevo' Salvador abrirá al público el 21 de diciembre. Claudio J. Castillo. Diario de Sevilla.
El arquitecto responsable del Salvador desde 1987, Fernando Mendoza Castells, anunció ayer la fecha de apertura al público del templo durante la visita guiada a las obras de restauración organizada por el Colegio Oficial de Arquitectos, la Fundación Fidas y el Ayuntamiento de Sevilla para conmemorar el día mundial de la Arquitectura. Las puertas del templo se reabrirán para que pueda ser visitado por sevillanos y foráneos en turno de mañana y tarde a partir del 21 de diciembre, y permanecerán así durante todas las Navidades hasta mediados de enero, en que se suspenderán las visitas para preparar la iglesia ante la reanudación de la agenda de cultos -el próximo 4 de marzo, de mano del cardenal de Sevilla- y facilitar también el regreso de las dos hermandades de penitencia y una más de gloria asentadas provisionalmente en otros templos.
La iglesia oscura y ennegrecida que fue virulentamente clausurada tras la caída de piedra de unos cinco kilos de peso en febrero de 2003 tiene poco que ver en apariencia con esta "ave fénix", como la cita Mendoza, "una iglesia renacida cuajada de hallazgos aún por descubrir". Una intervención que ha cumplido los plazos a rajatabla con un alto grado de satisfacción y un presupuesto que supera los 11 millones de euros -cinco de ellos aportados por el Estado y el resto procedente del propio Arzobispado, otras instituciones y entidades- separan ambos estadios.
La nueva iluminación artística que ayer fue ensayada aprovechando la visita del grupo restaña y saca los colores a los frescos, retablos, vidrieras y también a las entrañas de la antigua mezquita califal de Addabbás, sobre la que se edificó el templo que hoy conocemos tras una primera colegiata cristiana que se derrumbó en sólo ocho años. La cripta arqueológica, ubicada a tres metros de profundidad del nuevo suelo de mármol del Salvador, ha sido completamente vaciada y saneada tras extraer toneladas de escombros, lápidas y restos humanos -1.600 osamentas, de ellas 900 de niños por la cercanía de la Casa Cuna, donde la mortandad infantil era del 95 por ciento-.
La visita que ayer guió Fernando Mendoza comenzó precisamente por la cripta, de donde los técnicos han llegado a bombear hacia la red de Emasesa hasta 2.300 litros de agua a la hora procedentes de las correntías subterráneas que fluyen desde la Alfalfa y la Plaza del Pan. Un gran aljibe horadado bajo la nave principal sirve para regular la acumulación de agua y sitúa la cota de intervención en el suelo en la era del emperador Teodosio, en el siglo IV después de Cristo . Este pozo cuadrado muestra, además, la única columna y basa original de la mezquita hallada en su sitio, muy parecidas a las de la primera Mezquita de Córdoba de Abderramán I.
Esta suerte de catacumba luce fragmentos de lienzos de la solería de barro y olambrillas de la mezquita que fue reconvertida al cristianismo y que se mantuvo casi intacta entre 1248 y 1671, cuando fue finalmente derrumbada para erigir la iglesia colegial del Salvador.
El vaciado de la cripta ha obligado a instalar un sistema de forjado, arcos de medio punto y dovelas de hormigón pretensado apoyados en placas de goma, todo ello para garantizar un peso en la solería del templo de hasta 1 tonelada por metro cuadrado -"los pasos de las cofradías y el bullicio del Domingo de Ramos lo hacen necesario", apunta Mendoza- y también para amortiguar los efectos de posibles movimientos sísmicos.
La cripta escondía, precisamente, la causa principal del mal que padecía el Salvador: la exorbitante humedad, máxime para la piedra elegida en 1679 para edificar el templo, la caliza de San Cristóbal, del Puerto de Santa María, conocida vulgarmente como piedra ostionera. La ingeniería ha jugado a favor en esta intervención para contrarrestar sus efectos con una nueva red de conducciones aéreas de ventilación y secado.
La eliminación del salitre y la fijación de la piedra por parte de la constructora Bellido con baños calizos han permitido la recuperación del color original, el tono arena dorado, que impactará a los futuros visitantes frente a los paños renegridos producto de la pátina de los años, el polvo y el humo de velas e incendios que se acumulaba en pilastras, paredes y bóvedas.
Espléndido luce el altar barroco de la capilla sacramental -en la que radica la Hermandad de Pasión- que se cobijaba bajo cinco centímetros de polvo, lo que ha mantenido el pan de oro en unas condiciones espléndidas. Documentado en el XVIII como obra de Cayetano De Acosta, Fernando Mendoza considera que se convertirá en "una de las joyas de la corona" del nuevo Salvador junto al retablo de la Virgen de las Aguas y su camarín posterior, un "trastero de paredes negras como el carbón que se llovía cada vez que caía un chaparrón" y que ahora exhibe frescos y cartelas con las tres escenas de la vida de la Virgen en multicolor.
Ayer, la práctica totalidad de los trabajos de la rehabilitación se hallaban ya en fase de conclusión. El montaje de la caja del órgano sobre una estructura aérea -antaño descansaba sobre el cancel-, el desempolvado de capillas y cartelas y el pulimentado del nuevo suelo de mármol -se han conservado los rosetones y se ha reutilizado la solería anterior en la pavimentación de las capillas y presbiterio- marcarán el fin de los trabajos. La recuperación de las cuatro fachadas está ya al 80 por ciento -quedan lienzos en Villegas y Plaza del Pan-.
Para cuando reabra el Salvador en diciembre, quedarán pendientes de financiación varias actuaciones, entre ellas la restauración de la maquinaria del órgano y la limpieza de los frescos y arcos que rematan la nave de crucero. Aún así, la colegiata que rivalizó con la propia Catedral aspira a recuperar la categoría de segundo templo de la capital no sólo por sus dimensiones, sino por los tesoros que custodia entre sus muros.