La igualdad planta cara a la tradición. Diego J. Geniz. Diario de Sevilla.
La incorporación de la mujer al mundo de las trabajaderas puede ser la puerta que abra definitivamente su acceso a determinados ámbitos cofradieros dominados hasta ahora por el hombre. Se cumpliría así la igualdad plena en el seno de las hermandades (promulgadas en aquellas normas diocesanas que hoy parecen ya tan lejanas). Siguiendo al pie de la letra esta normativa, si una mujer puede salir de nazarena no tiene por qué haber ningún impedimento para que encarne el papel de armao, muñidor o monaguillo.
Pero la realidad es bien distinta. Aparte de que en casi todos los casos consultados se califica esta situación de "extraordinaria" (lo que es ya de por sí bastante sintomático del debate que generaría), la excusa más utilizada -que se convierte en reglamento- es la tradición, basada en la referencia histórica del personaje representado.
Armao
La centuria romana de la Macarena es uno de los referentes de la hermandad, del barrio y de la propia Semana Santa. Bajo la pluma y la coraza se cobijan varones que encarnan el papel del soldado y el centurión. Pero, ¿habría hueco para una fémina? Ignacio Guillermo, capitán de la centuria, nos indica la vía a seguir: la junta de gobierno. Aunque este órgano es el que siempre en último lugar otorga la aprobación definitiva de los nuevos integrantes, no es menos cierto que los hombres suelen incorporarse sin ningún problema y que el hermano mayor se limita a ratificar el visto bueno que en su momento hayan dado el capitán y el teniente, designados por la junta de gobierno y, por tanto, en quienes se deposita la confianza. No es más que una cuestión burocrática.
Ante la posibilidad de que una mujer solicite entrar en la centuria -circunstancia que no se ha producido- esta petición se llevaría directamente al hermano mayor, al calificarse de "extraordinaria". Para Ignacio Guillermo, "no tiene sentido" que una mujer salga de soldado romano por razones históricas, "ya que no había mujeres en las centurias".
Muñidor
En la regla número 56 de la Hermandad de la Mortaja, cofradía que abre el muñidor con el clásico (y tópico) tañir de su campana, se especifica que el hermano mayor es el encargado de proponer a la junta de gobierno la persona que encarna cada año este personaje. Por tanto, es una decisión personal, y por ende, los criterios también pueden variar según el hermano mayor que dirija la hermandad en cada momento. Manuel Trujillo, que ostenta este rango actualmente, refiere a este periódico que "nunca se ha dado el caso de que una mujer solicite salir de muñidor". En el supuesto de que una mujer pida salir de muñidor (el femenino todavía no se ha planteado), apela en más de una ocasión a la citada igualdad recogida en las reglas. ¿Cabría alguna posibilidad entonces? La regla 56 responde a la pregunta. "Siempre será decisión del hermano mayor".
Escuadrón de la Paz
Reorganizado en 1994 e inspirado en los antiguos escuadrones de caballería, este cuerpo posee total autonomía respecto a la hermandad del Porvenir. Pese a abrir cada año su cofradía, antecediendo a su cruz de guía, su fundador Francisco Acedo tiene total libertad para decidir quién puede pertenecer a él. Hay una facción estética -integrada por caballistas- y otra que se encarga del apartado musical. Los caballistas que anteceden a la banda propiamente dicha son el capitán, dos portadores de insignias y seis lanceros.
En ambas secciones tienen plena igualdad hombres y mujeres. Sólo el factor de la experiencia es el que determina su ingreso. En uno por la calidad musical y en otro por el aprendizaje que haya tenido en el mundo de la equitación. Ha habido años que han llegado a desfilar seis mujeres como lanceros e incluso un Domingo de Ramos se pudo ver a una de ellas portando una insignia. Un oasis ante tanta tradición reivindicada.
Monaguillas
Aunque en alguna que otra hermandad se ha visto a alguna niña vestida con su roquete, hay en otras, como los Estudiantes, donde se prohíbe que salgan monaguillas. Llama la atención está excepción en una hermandad en la que desde hace tres años pueden salir nazarenas. Según recuerda su hermano mayor, Antonio Gutiérrez de la Peña, fue el mismo año en que se aprobó la plena igualdad cuando los padres de una niña de tres meses quisieron sacarla de monaguilla. La tradición -y el duro trabajo que podía tener el pavero- se interpuso.
Habrá que dar tiempo al tiempo, porque hace 10 años también resultaba inimaginable que una mujer saliera de nazarena en determinadas hermandades en las que hoy pueden disfrutar de este derecho. Y mucho menos de costaleras (ni siquiera para un ensayo).
Nota: Publicado el pasado 25 de febrero en Diario de Sevilla