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Opinión. ¿Nos vamos a negar a glorificar aún más a la Virgen porque hay muchas imágenes coronadas? Luis M. Fernández.


Últimamente existe una corriente de opinión contraria a las salidas extraordinarias de las imágenes de nuestras hermandades y a las coronaciones de sus titulares marianas. Por citar un ejemplo el Fiscal en el Diario de Sevilla del pasado domingo dedicó gran parte de su página semanal a este asunto. He observado que bastantes de los que hablan y escriben en este sentido utilizan un cierto tono dogmático pues intentan decirnos cómo tiene que ser lo referente al mundo de las hermandades y cofradías cómo hay que vivirlo y cuál es el comportamiento adecuado criticando frecuentemente a los que piensan o actúan de manera diferente a ellos y olvidando que una de las características más enriquecedoras de este mundo es su diversidad.


No sé si voy a ser capaz de huir del dogmatismo algo que reconozco que es muy difícil en estos temas pero de todos modos voy a aprovechar la oportunidad que me brinda esta página web para posicionarme a favor de las salidas extraordinarias. ¿La razón? Creo que hay dos. En primer lugar nuestras hermandades se crean para dar culto público a Cristo y a Su Santísima Madre a través de las imágenes. Este culto tiene una forma ordinaria que se regula a través de la Regla de cada hermandad y puede tomar las formas extraordinarias que el cabildo general de la misma único órgano capacitado para ello disponga para celebrar las efemérides que parezcan oportunas. Hasta ahora y a pesar del chiste que circula por ahí ninguna hermandad ha celebrado (con una salida extraordinaria) el séptimo aniversario de la compra de una parihuela. Todas las salidas han sido para conmemorar al menos cincuentenarios de hechos importantes: fundaciones dogmas bendiciones de imágenes... Y cincuenta años no me parecen algo imprudente. Lo que pasa es que hay muchas hermandades y en consecuencia cada año hay varias efemérides que celebrar. Además debemos dejar que cada hermandad se manifieste como desee su cabildo general. Sin ir más lejos este año algunas hemandades han decidido conmemorar sus aniversarios de forma interna y otras con salidad extraordinarias. Y todas han hecho bien todas porque han decidido con libertad y siguiendo las normas y formas que marcan estos asuntos (con esto quiero decir que a nadie se le va a ocurrir sacar nazarenos en noviembre por ejemplo). Una cosa más. No me parece de recibo nombrar a Monseñor del Río Obispo de Jerez (que cuenta con todos mis respetos pues le conozco de su época universitaria) como paradigma de nada al hablar de estos asuntos pues en Sevilla disfrutamos de un Cardenal Arzobispo que ha mostrado y muestra una prudencia y sensibilidad casi infinitas hacia el mundo de las hermandades y que creo tiene las ideas muy claras sobre el tema y sobre cómo actuar en cada momento.


La segunda razón a la que me refería es más de otra índole. En estos tiempos que corren creo que es bueno que los católicos no nos escondamos dentro de las iglesias. Y en Sevilla no hace falta que nos convoque para intentar utilizarnos ningún grupo social de ningún tipo. Hace más de seiscientos años que sabemos cómo mostrar públicamente nuestra fe.


Por último el tema de las coronaciones me parece todavía más claro. Una coronación es un acto que se organiza para rendir tributo y dar gloria a la Virgen María la Santísima Madre de nuestro Salvador. Y ello lo hacemos a través de las imágenes titulares de nuestras hermandades siempre que éstas cumplan a juicio del pastor de la diócesis unas condiciones que él estime oportunas. ¿Nos vamos a negar a glorificar aún más a la Virgen porque hay muchas imágenes coronadas? Pues yo digo ¡que haya más! Que todas las hermandades seamos dignas de coronar a nuestra titular. Sinceramente pensar más en el número de coronaciones que en lo que cada una significa me parece corto de miras.


Al fin y al cabo siempre hay una solución. Si a alguien no le gustan o no le parecen bien las salidas extraordinarias y las coronaciones si hay personas que por culpa de éstas llegan muy cansados y sin ilusión a la Semana Santa lo tienen muy fácil. Que no asistan a ellas que no las presencien que esos días pocos en realidad los aprovechen para otras actividades. Y que dejen al Sr. Cardenal y a los cabildos generales tomar las decisiones que les competen.









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