Las rosas de Santa Quiteria. Moisés Viretti.
Aunque han pasado dos semanas, el olor de las rosas de tu divino paso siguen oliendo a frescura y bendición en los muros de mi casa, en los cuales brotan los flecos de la mantilla bordada por una frase imborrable como es ‘’viva Santa Quiteria’’.
Hace dos días llegaban a mis manos tal parte de ti, y sin explicación ninguna mi alma brotaba de gozo por la piel de mis dedos al tocar los pétalos de aquella blanca ternura de una humilde cristiana entregada a la muerte por al amor a Dios; mas de quinientos kilómetros de penitencia para llegar a Sevilla por la voluntad de la familia Quintero , que hacía eco de un cariño incansable por aquellos músicos que te quieren y que nunca te olvidan a lo largo del año.
Vuelvo acariciar tus rosas y veo que estas empiezan a marchitarse por el dolor de una ausencia de sevillanos y quiterios; y aunque miran tristes la luz del sol por la falta de fuerza, tus rosas prefieren dormir para nuevamente resucitar en Mayo del año que viene.
Aunque no puedo hacer nada ante la madre naturaleza, si es curiosa la belleza en la que duermen, que con ojos cerrados y tallo firme nos dejan caer más que alguna sonrisa envuelta en el bullicio de alegría y galopeos.
Dejare de hablar por que mi voz parece alternar sus dulces sueños, y quedare desde un rincón para contemplar a la luz de la luna a mi eterna y querida dama de noche que con frescura florece todos los días 22 en nuestra memoria.
Foto: Israel Viretti Fernández.