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«El Juicio Final» de Luis Valdivieso sigue embalado después de 30 años. Pablo Ferrand. ABC


 Juicio FinalSEVILLA. El Hospital de la Misericordia tiene un interesante patio del siglo XVI con arquerías sobre columnas en tres de sus frentes. El lado que lo cierra es hoy una pared blanca y muda, sin más. En ella, hay o hubo un tejaroz que protegía del sol y de la lluvia a uno de esos frescos que pueden calificarse de obra infrecuente dentro de la pintura sevillana: un gran Juicio Final realizado en 1567. Todo el que entraba en el patio se paraba a verlo. Era algo distinto de lo habitual.

En un principio se atribuyó a Luis de Vargas, más luego, investigaciones precisas determinaron que su autor era Luis de Valdivieso, del que casi nada se sabe. Así lo recogió el profesor Angulo Íñiguez. La influencia de Miguel Ángel en esta composición es evidente, pues como indica el historiador Enrique Valdivieso, «el artista se somete al esquema compositivo del mismo tema pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina». Y de allí vienen la cruz y la columna de la parte superior.

«¿No había aquí una pintura?»

De vez en cuando, en esos paseos por las calles de Sevilla, alguien se acuerda de esta pintura olvidada y entra en el patio. Sólo ve un muro blanco y mudo. «La habré visto en otro sitio». Hay quien pregunta y le responden: «Sí aquí hubo hace muchos años una pintura muy curiosa, pero un día se la llevaron para restaurarla». Eso fue -nos lo recuerda Antonio Albardonero- en los años setenta del pasado siglo, mientras se ejecutaban unas obras en el edificio.

El fresco fue retirado de la pared por el sistema de adherirle un lienzo -el strappo, que llaman en Italia- y luego, ya embalado, quedó listo para su traslado (dijeron que a Madrid) y restauración. Pero ni la pintura viajó a Madrid ni volvió al hospital. La pintura quedó depositada en los almacenes del Museo de Bellas Artes. Y allí sigue embalada, esperando presupuesto y que alguna mano muy experta y valiente se atreva a desenrollarla sin que salte el yeso y se descomponga lo que se quiso salvar en su día.

Ni siquiera Enrique Valdivieso consiguió verla directamente para su Historia de la pintura sevillana y tuvo que conformarse con las escasas fotografías existentes. El Museo guarda una copia en acuarela que pintó de la Vega en el XIX. De momento ya hay constancia y confirmación del paradero, e Ignacio Cano, director del Museo de Bellas Artes de Sevilla -que ha heredado este problema al igual que su antecesor- está interesado por el asunto y no descarta la posibilidad de su restauración y montaje en algún lugar de la pinacoteca. Sitio hay. Están las paredes blancas de los patios y además se vuelve a hablar de la futura ampliación con un edificio cercano, una vez que ya ha sido desechada la propuesta de construir en la zona verde que queda en el exconvento de la Merced.

Otra cosa es la cuestión técnica. ¿Es posible desembalar y restaurar sin riesgo un lienzo con un mural adherido después de treinta años en la misma postura? Parece que de momento hay otras prioridades en el Museo, pero es posible que algún día pueda admirarse esta obra tan poco conocida de un pintor menos conocido todavía.

 

Más información: www.abc.es









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