Revoloteando por un martillo. Camarada Creyente.
Si la semana pasada opine sobre la música en esta ocasión la voy a hacer sobre el bello y noble arte de mandar los pasos.
La verdad es que ser capataz, contraguía, segundo capataz o costalero es una cosa bastante agradable y bonita, aunque muy complicada y pesada para el costalero, finalmente se ve recompensada cuando terminas tu labor y dejas los pasos en la Iglesia sin haber ocurrido ningún incidente o accidente.
Pero este mundo costaleril tiene también un submundo desgraciadamente cada vez mas usual en casi todas las hermandades.
Empezando por los capataces y ayudantes de estos, sobre todo a los que menos pasos sacan, no es raro verlos en bares cofrades o tertulias criticando a compañeros y a hermanos mayores de cofradías que ellos han sacado y que por algún motivo ya no lo hacen.
También los hay que cuando han cesado a algún capataz se dejan caer por los cabildos de hermanos, si es que ellos lo son, para dejarse ver como aquello de decir “aquí estoy para lo que os haga falta” o, sino son hermanos, hacer alguna llamadita de teléfono al hermano mayor de turno para recordarle la misma frase mencionada anteriormente.
Los peores casos, para mi, y no quiero decir que los anteriores no sean malos, son los que se quieren presentar a hermano mayor de una determinada Hermandad de las que son capataces y aprovechando que mandan sobre 70 u 80 personas del costal pedirles el voto para continuar sacando los pasos. Por eso y con razón cada vez hay mas Hermandades que no quieren capataces hermanos para evitar todo este movimiento.
Y con los costaleros, que decirles. No todos son iguales, no es bueno generalizar, pero la inmensa mayoría no saben lo que llevan el lo alto del cuello. Y lo tengo que decir. Lo he comprobado en mis carnes que hay una falta de respeto total a las Sagradas Imágenes, con excepciones. A algunos le haría falta algún cursillo por parte de la Hermandad para explicarle que es lo que hay encima del paso y lo que representa, y que uno no sale para lucir musculitos ni para pasearse delante del paso con el costal y agarrado del brazo de la novia.
Por no decir cuando igualan en la Iglesia y se dejan la bolsa de la ropa encima de la mesa del Altar o delante del Sagrario, desde luego inconscientemente, porque no saben lo que es eso.
Después comentario aparte es la forma de vestir de algunos. Con la gomina que parecen que tienen el pelo tallado por algún escultor actual y el costal le quedara pegado a la cabeza como un casco. O los que llevan el costal moderno con dibujos de sus Titulares, algunos parecen un mantel de cocina con cuadritos. Algunos lo llevan por debajo de la altura de los ojos con lo cual no ven nada, aunque hay veces que para lo que hay que ver. No me explico como no se chocan con algo. Y esos pantalones remangados hasta casi la rodilla, ¡que me dicen, no van monos!.
Y, por último, los que sacan pasos todos los días. Cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera pero yo no me creo que al tercer día tenga el cuello para hacer muchos esfuerzos. Y, claro, entonces empiezan a agacharse y el peso para el de al lado que, precisamente es hermano de esa Hermandad y solo saca esa. No es mejor costalero el que saca mas pasos, sino el que cumple con lo que puede.
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