Arte Sacro
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Opinión. Cuando la Fe no entra en La Catedral. Francisco Santiago


 Hemos vivido unas vísperas de la procesión de la Virgen de los Reyes llenas de “momentos para olvidar”. Por un lado los impedimentos para acceder al besamanos de la Patrona con pantalón corto, cuando la visita al primer templo de Sevilla, pagando, la puedes realizar medio en pelotas.

Luego la restricción de acceso al templo cuando aún la novena no ha concluido. Y si acabo de terminar de trabajar y he llegado al templo precisamente para cantar la Salve a la Patrona, ¿por qué no puedo pasar?

Nuestro “eternamente nuevo” Pastor de vacaciones en Sigüenza (Guadalajara) durante la Novena y, cuando llega para la procesión, todo un muro de policía local, policía nacional, policía militar y cuatro personas expresamente puestas en el cortejo para evitar que los fotógrafos puedan acceder a la parte delantera del paso de la Virgen de los Reyes o, en su defecto, pasar a la parte posterior donde se encuentra el Deán, El Vicario y Monseñor, además del Consistorio…

Últimamente, cada vez que se organiza algo en la Catedral todo se reduce a una amalgama de “dimes y diretes” por walkie-talkie que han convertido el templo en una especie de serie televisiva a lo “Prison Break”, donde un hombre entra en prisión a propósito para luego escapar de ella.

 Y todos estos pesares y malestares se evaporan justamente al salir de la Catedral y ver a los fieles llorando, postrados de rodillas ante la Patrona, a pesar de los controles, de la policía, de los que se creen de la alta alcurnia o de los noveleros nobiliarios.

Yo, que hacía años que no vivía el agosto sevillano, me he dado de bruces con la realidad mundana de algo más cercano al acontecimiento popular que a la devoción, pero esto es de puertas para adentro, pues lo más gozoso de la mañana del 15 de agosto, es ver el entorno de la catedral convertido en un Domingo de Ramos, con muchísima gente a pesar de la fecha y de el calor.

Ver como desde la noche anterior, ya había gente esperando la salida y como, a pesar del Ministerio de Defensa, el punto y final de la procesión con el desfile militar se convierte en un tremendo estruendo de aplausos para aquellos que ejercen de militar por vocación, no por obligación.

Igualmente se ha demostrado que el público que acude a ver a la Virgen de los Reyes, no es el mismo que va a una botellona o a un concierto de AC/DC. Las vallas estan para impedir y creo que los devotos de la Virgen están más para recibir que para aguantar tras una valla. 

Y puestos a quedarse con un momento concreto, yo me quedo con el trato extremadamente amable y jovial de las hermanas del Pozo Santo; con la Dormición de la Virgen en Santa Rosalía, expresamente colocada en un lugar del templo para no molestar a los que rezan al Santísimo, o con el templo de Los Terceros con la Virgen del Subterráneo esperando la llegada de los fieles para celebrar la Asunción de la Virgen.

Cualquier cosa antes que la cárcel modelo “catacumbas romanas” en lo que, a mi parecer, se está convertido la Catedral, con los romanos y guardia judía pidiéndote la documentación cada varios metros (como manda el Sanedrín) y con un aire a desconfianza que nos hace a todos “presuntos” cristianos (mientras no demostremos lo contrario).  

Fotos: Francisco Santiago










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