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Como hace 75 años… Moisés Ruz


 18 de marzo de 1937. Lunes Santo. Una Sevilla en fiesta aclamaba la bendición de Dios para derrocar una guerra civil que provocó estragos, y de qué manera…

Aquella luminosa mañana, entre los vaivenes y derrumbe de almas que perdieron a sus familiares a punta de pistola, en Triana volvieron a lucirse balconeras y mantones de manila en un día donde en la vieja cava se impuso el alto al fuego porque regresaba la esencia de un barrio que un año antes padecía las barbaries de la guerra. La dulce esperanza de los trianeros de Castilla marchitó entre manos de indignos seres que jugaron con el sentir más hondo de aquella dulce niña llamada O.

Entre almas destrozadas retornó su esencia, su corazón en otro cuerpo de mujer. En la gubia de Lastrucci se perfilaría ese rostro que desde hace 75 años envenena de amor al que la llega a ver, la que incluso puede llevarte a la locura si embobas en Ella tu ser. Hace tres cuartos de siglo en Triana arrió su bendita mirada para honrarla, para amarla, para no dejar de mirarla hasta caer el atardecer.

Y cuentan los anales que a su llegada, aquel Lunes Santo del 37, el tumulto fue tal que Castilla se transformó en el rio de la fe donde le gusta reflejarse el Guadalquivir.

Ayer, 18 de marzo de 2012, quiso el tiempo detenerse, regresar y admirar aquella estampa donde se obró el milagro de su bendita venida. Toda la suma obtuvo un mismo resultado. 1937, 2012, 75 años y la O que sigue igual. El mismo tocada, aquel mismo rostrillo y una cara de la Madre niña que si aún no la has mirado no podrás decir que conociste Triana.

Así, en nuevos tiempos, aunque con nuevas complejidades por una desastrosa crisis financiera, la O , la expectación de tantas madres que en Ella buscan auxilio bajo su Esperanza y Vida, Triana vistió sus galas, Castilla volvió a ser cauce de un rio que vibra con su esencia más trianera, y en un Besamano algo más que extraordinario se rindió honores a la nueva y antaña Reina. Dos imágenes, pasado y presente que laten a un mismo son. Porque la guerra arrebató su belleza pero jamás podrá declarar que su ser majestuoso en la naturaleza de una mujer bendita fue borrado de Triana.

María nunca abandonó su nave. Meses fue la espera, pero mereció la pena. Hoy, la O de Castillo Lastrucci parece cumplir siglos de vigencia y las madres la siguen mirando como entonces. Es la misma. Ayer, ningún testigo podrá decir que por Ella y Castilla pasó el tiempo. Sigue tan hermosa y joven como el primer día.

Por una devoción que desborda almas y por miles de razones más tengan por seguro sevillanos que cada Viernes Santo, cuando la hermosa niña de la O cruza su eterna orilla, los trianeros la vigilan desde Santa Ana porque la que late por Sevilla es el corazón de Triana.

Foto: Joaquín Corchero.










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