Coronación Canónica de Ntra. Sra. del Carmen de San Cayetano
.jpg)
Preciosa entrada de la Virgen del Carmen en las naves de la antigua mezquita con un encanto tan particular y único.
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
Todo comenzó con una puntualidad exquisita, se abrieron las puertas del Templo Mayor de la Ciudad y antes de las 17´00 horas comenzaron a ocupar sus sillas los más de 8000 asistentes a la que se ha considerado por el Cabildo catedralicio como la mayor celebración religiosa de la historia reciente de la Catedral de Córdoba, sólo se recuerdan las casi tres mil sillas de los funerales de Juan Palo II o de la toma de posesión del Sr. Obispo y despedida de Asenjo. Si se hubieran habilitado más sillas, también se habrían ocupado, pero por razones de seguridad sólo se se llegó hasta las ocho mil plazas. Era impresionante ver las naves de Almanzor ocupadas en su totalidad, algo inédito en la historia de la Catedral.
A las 18´00 en punto, incluso unos minutos antes, la Cruz catedralicia salía de la Capilla de Santa Teresa, con un cortejo de casi cien religiosos y sacerdotes, gran parte del Cabildo Catedral y el Sr. Obispo D. Demetrio, el auxiliar de Sevilla, D. Santiago y el General de la Orden, P. Saverio Cannistrá. Se disculpó por motivos de agenda D. Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla.
El timbre de oro lo puso la actuación musical, a cargo de la Orquesta del Conservatorio y del Coro de Ópera de Córdoba. Una misa sin igual, con una solemnidad que recalcaron los canónigos y el propio Obispo, que salvo algún concierto no se había cantado una misa con esta solemnidad. De modo particular se destacaron las piezas de la Coronación, tres obras tomadas del Magnificat de Bach.
La elegancia del protocolo, la solemnidad del momento de la Coronación, con más de cuatro minutos de aplausos y vivas continuados, pusieron a flor de piel los sentimientos de los miles de asistentes. Estalló la euforia contenida de casi cuatro años de espera. El Sr. Obispo destacó la organización y la variedad de actos preparatorios en estos años, que hizo que toda Córdoba estuviese a esa hora latiendo en un solo corazón junto a su Madre del Carmen.
EMPERATRIZ CORDOBESA: PROCESIÓN TRIUNFAL DE REGRESO.
No era Cádiz o Málaga, tampoco era Sevilla, sino que era Córdoba, una Córdoba volcada a raudales en una manifestación de fe mariana que la ponía a la altura que se merece, porque Córdoba también es mariana de corazón. Si alguna vez se ha dicho que en Córdoba no se manifiesta la pasión hacia la Madre de Dios como en otros lugares de Andalucía, el sábado por la tarde todo cambió. Los cordobeses, y los que de otros lugares de España acompañaban a la Reina Carmelitana, pusieron el calor del corazón más alto que el de los termómetros.
Las flores, los fuegos, los mantones, las colgaduras,... todo se desplegó al paso de la Señora del Carmen Coronada, EMPERATRIZ CORDOBESA, que era esperada ansiadamente por toda la ciudad. Una ciudad que no le dio ningún reparo en vitorearla, gritarle, lanzarle vivas, cantarle sevillanas compuestas para Ella, arroparla con lluvias de pétalos, cantos jubilosos, calles por donde no se podía transitar desde la salida hasta la Cuesta donde vive.
Cada calle o plaza parecía pequeña para la multitudinaria presencia de fieles con escapularios, con los ojos brillantes de emoción. Y los había de todas las edades, desde los más pequeños con sus miradas relucientes hasta los jóvenes y personas maduras criadas al amparo del hábito marrón de sus abuelos y antepasados.
Que no se acabara, es lo que pensaban todos. Y es así, no se acabará nunca, porque se ha quedado grabado en lo más íntimo del corazón de todos los miles de fieles que estuvieron esa tarde con Ella. Córdoba enseñó a todos que también sabe querer a la Virgen como se quiere en esta tierra de María Santísima. Gracias por todo, EMPERATRIZ CARMELITANA.
Fotos: Rafa Parejo