Arte Sacro
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Medio siglo. Isabel Serrato Martín


Sevilla respira Esperanza.

Las calles lo notan, se engalanan, el barrio huele distinto, los vecinos sienten nervios que se asemejan a los del Jueves Santo… todo parece y nada es lo mismo.

Algo grande nos espera cuando el reloj vaya venciendo a las horas. El verde se hará el color de nuestra bandera con permiso del carmesí. Se olvidan las penas, aumenta la alegría, se sueña sólo con Esperanza.

No hay conversación que no la acapare Ella. Las agendas de los sevillanos tienen una cita común.

Cuando la tarde del sábado 24 de mayo de este 2014 vaya dejando atrás catorce horas del día, saldrá la Madre de Dios, una vez más para dibujarnos sonrisas en la cara. Esa sonrisa tan real será el fruto de lo que tantos amigos llaman “locura macarena”, y que suena tan bien.

Pronto se dice medio siglo, pero es justo y necesario todo lo que se ha preparado. Afortunada Sevilla por lo que le toca vivir.

El esfuerzo de tantos meses, de hombres y mujeres entregados a la causa, liderados por “hijo de Esperanza y Manolo”, como dijo Joaquín Caro Romero en su más reciente Puerta del Príncipe, verán su recompensa cuando, cada rincón de Sevilla, quede bendecido de una manera especial por la Esperanza que alimenta al cristiano.

Muchas veces se ha escuchado decir a los acólitos macarenos, ante las inclemencias de la tan sevillana bulla eso de, “no hay problema, no hay pisotón que duela, la sacamos para esto, para que Sevilla disfrute de Ella”.

Volved hacerlo, llevadla a cada puerta necesitada de Ella, que sea el consuelo de tantas familias que suspiran a través de sus “mariquillas”, llevad a la Esperanza con la misma ilusión con la que Ricardo Zubiría organizara cada acto, hace 50 años, de su coronación canónica.

El tiempo se ha consumado. El que espera ya no tiene tiempo para ello, ya sólo tiene que disfrutar. No hay que temer a nada cuando la Esperanza es la mediadora. No deben llamarnos al despiste nada ni nadie. Todos concentrados en lo mismo, en celebrar de la manera más jubilosa cincuenta años de coronación.

Todo es poco para Ella, todo es poco para quien presenta a su hijo nuestras plegarías, todo es poco para quien le da las gracias a Dios por nuestras alegrías, todo es poco para la Madre del primer macareno de la historia, todo es poco para quien llora por nosotros, todo es poco para la sonrisa de nuestros días. Todo es poco para nuestra Esperanza.

En el camino verde, surco de su amor, nos vemos. Mirando a su cara se verán nuestras únicas verdades. Tal como hará el día, regalemos a la Virgen nuestras mejores horas, no te guardes un te quiero a la Virgen, que es el regalo que Ella quiere.

Cincuenta años de amor en una corona, cincuenta veces más de entrega a la Madre del “mejor de los nacidos”, nuestra Esperanza Macarena.

Foto: Francisco Santiago









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