La saga de
capataces que hoy regenta el apellido Villanueva, comenzó con Antonio
Villanueva Carrasco, tío de Antonio Villanueva Pérez, Que acompañaba de
segundo al reconocido capataz José "El Frances", con el cual se inició Antonio Villanueva, padre de
Manuel y Carlos.
El primer año que coge Domingo Rojas con Antonio
Villanueva, el Señor Cautivo, de ayudante iba Manolo Villanueva Granados
y le dijo a padre que su madre estaba de parto y de ese parto nació
Carlos Villanueva Granados un Lunes Santo.
Manuel comenzó a mandar pasos en la Hermandad de San
Benito, demostrando las enseñanzas recibidas por Vicente Pérez Caro,
allá por el año 1963, mientras que su hermano Carlos comenzaría con la
Hermandad de Jesús Despojado, cuando los costaleros aún recibían jornal
por su labor en las trabajaderas.
Tras los inicios, los hermanos llegaron a tener dos cofradías en el
mismo día. El Domingo de Ramos, mientras que Manuel guiaba a La
Amargura, Carlos hacía lo propio en la Hermandad de San Roque y el
Lunes, mientras que Carlos estaba en Santa Genoveva, Manuel lo hacía en
Santa Marta.

En
el 2002, también regentan el martillo del Señor del Gran Poder, siendo
su estreno en la Madrugá del 2003, aunque Manuel ya había estado con
Domingo Rojas a cargo del palio de 1981 a 1985 y, curiosamente, con
Carlos en las trabajaderas. También Manuel de 1972 a 1974, estuvo con el
Señor de Sevilla junto a Domingo Rojas y el Moreno.
Las hermandades en las que ejercen de capataces son Cigarreras, Servitas,
la Virgen de la Alegría, San Bernardo, La Amargura, San Roque, Santa
Marta, Santa Genoveva o Gran Poder es sólo parte del currículum de los
hermanos Manuel y Carlos Villanueva, otras cofradías que han sacado, que
se quedan en el currículum son El Valle, Las Aguas, Los Panaderos, entre
otras, capataces por y para Sevilla que llevan el sentir desde los
tiempos de su tio-abuelo, continuado por su padre y sus hijos.
Y este fenómeno en auge del martillo y la trabajadera, nos hace
remontarnos a principios de los años 80, cuando sólo tenían en su haber
el martillo del Cautivo, adquiriendo poco a poco y gracias a su trabajo,
la recompensa que para ellos supone el ser hoy en día una de las grandes
familias de capataces reconocidos.
Su afición, les ha convertido en profesionales, tomando sus
conocimientos de la escuela antigua y, a su vez sus hijos, Carlos y
Antonio, que junto con José Ramón Bonilla, son ahora parte
importantísima de esta saga.
Su actitud es actuar con la cabeza fría, sopesando y hablando hasta
decidir que es lo mejor para las hermandades y si es posible doblar en
el mismo día.
Aunque
alaban la actitud de los costaleros de hoy, los cuales trabajan igual
que lo hacían los llamados profesionales, quizás sea la capacidad de
sacrificio la diferencia entre estos y los actuales. Para ellos el
costalero es aquel que muestra capacidad y físico para trabajar debajo
de un paso, no el que luce el costal.
No se consideran dueños del martillo, más bien servidores con la
convicción de hacer un buen trabajo que, si no funciona, hay que
dejarlo.
La profesionalidad de los costaleros, es para ellos sinónimo de espíritu
de sacrificio, porque no hay que cobrar para ser profesional, se puede
ser perfectamente simplemente realizando un buen trabajo, sobre todo
entre costaleros y capataces. Desde el 2005 también llevan el mando del
martillo de la Divina Pastora de Cantillana.

Fotos: Francisco Santiago
Si cree que tiene más datos sobre
esta dinastía y desea mandarlos, puede hacerlo al mail:
info@artesacro.org
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