Arte Sacro
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  • sábado, 27 de abril de 2024
  • faltan 351 días para el Domingo de Ramos

El tiempo en tus manos. María del Amor Rasero Zárraga


Reloj que el tiempo paras la emoción que en noviembre floreces. Ha bajado al suelo el lucero que más brilla en la noche estrellada. Durante cinco días, el cielo se ha posado en la Iglesia de San Juan de la Palma. ¡Ahora!…¡Ahora, por fin te detienes! No te pares, se paciente…

…y, por favor, no corras…porque Ella es aire y necesidad del alma…

Ella se queda con todo. Absolutamente con todo. Porque al llegar, la ves desde la puerta y ya te ha atrapado. Avanzas…y ya te tiene cautivado. Y es tal la atracción, es tal la química de su mirada, que solo quieres que llegue tu turno para poder, un año más, besarla.

Es un milagro divino, un haz de luz. Tan hermosa, tan fina, tan especial. Un diamante único en el mundo, un ángel de belleza celestial. No la hay igual, pero a la vez, todos  vemos a nuestra Madre reflejada en ese rostro color canela y sonrosado por el dolor. Y se queda con todo…con todo lo que tu corazón siente, con todo lo que tu mente alberga.

¡Se queda con todo! Porque, ante Ella, todo se vuelve pequeño. No hacen falta palabras, ni gestos. Nada de nada. Ella ya sabe lo que necesitas. Y en ese momento, en ese preciso instante, el corazón late desbocado. El amor, ¡bendito amor! ese que nació desde el momento en que nos encontramos aquel Domingo de Ramos tú y yo.

Porque Tú, solamente Tú, eres fuego ardiente en mi corazón…

Tiemblo, cuando por fin, a escasos centímetros, un beso me robas. Un beso que en él lleva mi pasado, mi presente y deja en tus manos mi futuro. Un beso que está colmado de un amor y de una ilusión que, estoy segura, en cada uno de nosotros provocas. Porque eres esperanza que, en la vida y en la muerte, consuelas con tu manto de eterna luz.

Eres el agua que sacia mi sed y cura mis heridas…

Te llevas mi alma, abrazas mi corazón. Secas mi llanto y consuelas mis pensamientos. Cuidas de los míos, me colmas de fuerza y amor. Y eso lo consigues tan solo en unos segundos. Segundos en los que mis ojos no saben cómo aprovechar ese tiempo que el reloj me regala y a la vez me condena.

Porque eres Tú, Amargura.

Porque el tiempo está en tus manos.

A María Santísima de la Amargura.

María del Amor Rasero Zárraga

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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