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Cíngulo y Esparto. Los de dentro y los de fuera. Esteban Romera. Boletín Cofradías Marzo 2006


Mucho se ha hablado tanto de las dimensiones de los cortejos procesionales de nuestras Hermandades, como de la cantidad de público que asiste a contemplarlos. Los baremos para calibrar esta faceta de nuestras Cofradías dependen del carácter de éstas y del culto externo que se este celebrando, siendo esta temática motivo de todo tipo de comentarios, debido generalmente a la sobredimensión de ambos parámetros. Las corporaciones penitenciales, en la mayoría de los casos, están generalmente a la cabeza tanto en la longitud de dichas comitivas como en su entorno, sólo con las excepciones del Corpus Christi de Sevilla y de la Virgen de los Reyes. Esta demasía de personas parecen estar en recesión o por lo menos en el mejor de los casos estancada, sin saber el motivo concreto de este decremento en los últimos lustros aunque se vislumbran algunas razones.

En el ámbito de las Cofradías de Penitencia, todos nos hemos quejado egoístamente al contemplar alguna Cofradía de penitencia con varios cientos, incluso miles de personas en sus cortejos, pensando que muchas de estas procesiones y el público asistente a contemplarlas, han podido rebasar el umbral de lo comedido y sobre todo viendo esta abundancia como un aspecto rotundamente negativo. Este comentario lo he escuchado incidiendo que todo nuestro mundillo está claramente sobredimensionado y aludiendo a un pasado no muy lejano donde se podían ver la gran mayoría de nuestras procesiones de forma holgada y en poco tiempo. 

Lo cierto es que siempre habrá gustos y comentarios de todo tipo en este amplio arco,  pero objetivamente deberíamos ser inteligente en nuestras apreciaciones para darnos cuenta que aquí nunca ha sobrado, ni debería sobrar nadie en el futuro. Siendo nuestro carácter evangelizador algo que nunca deberíamos perder y que mejor forma de atraer personas a nuestras creencias al ver el rostro de nuestros amados titulares por una calle o plaza, ya que por desgracia a lo mejor no los ven en sus respectivos templos de forma asidua.

La Semana Santa es entre otras muchas cuestiones una manifestación religiosa de carácter popular y el patrimonio humano en su desarrollo es un activo que no se debería perder nunca. Tenemos que ser autocríticos en este tema, ya que algo podemos estar haciendo mal para criticar la abundancia de personas y no cuidar convenientemente tanto a los de dentro como a los de fuera. Esta circunstancia nos puede estar llevando al estancamiento o bajada progresiva del número de estos parámetros, algo que considero muy perjudicial y que ya estamos notando. Debemos trabajar duramente sobre aspectos que mejoren esta situación actual y que no puede dejarnos indiferentes, realizando itinerarios y horarios más lógicos (incluso si hace falta con cambio de día o del orden de las Cofradías), mejor organización, mejor trato con el nazareno de tramo, mayor seguridad, etc...

En todo este entramado de cantidades, en primer lugar, deberíamos ser dichosos de la abundancia de personas, después buscar de la cantidad la calidad para concluir cuidando de forma notoria tanto a los de dentro de las procesiones como a los de fuera, ya que ambos grupos son por encima de todo son Hijos de Dios y pilares que sustentan de forma directa o indirecta a nuestras Cofradías. En nuestro mundo cofrade no sobra nadie, aunque muchas veces esta sobredimensión nos pueda dar problemas de infraestructura en el seno de nuestras Hermandades o a nivel particular por los inconvenientes que nos pueden acarrear determinadas situaciones. El patrimonio más grande de nuestras Cofradías es humano, por este motivo bendita seáis las personas que participan y contemplan cada procesión.










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