Arte Sacro
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Una procesión sobre ruedas en Sevilla, San Cristóbal. Reyes Pro.


San Cristóbal, patrón del transporte y de los viajeros y peregrinos, etc. En torno a San Cristobal existían muchas leyendas cuasi supersticiosas, como por ejemplo la que pretendía que viendo una imagen suya ese día no se moriría.

Su devoción se inicia en la Edad Media y tiene una base legendaria, basada especialmente en la Leyenda Dorada escrita por el dominico Santiago de la Vorágine en el siglo XIII En esa época circulaba un refrán que decía: «Si del gran San Cristóbal hemos visto el retrato, ese día la muerte no ha de darnos mal trato». Quizás esa sea la explicación de la grandes pinturas murales con su iconografía o también el “derecho“ de los peregrinos medievales de acogerse una noche bajo su imagen. Se le creía un hombre gigantesco que orgulloso de su fuerza ayudaba a los viajeros a atravesar un río, llevándolos sobre sus hombrosayudó al niño Jesús a cruzar el río; pero se sorprendió por su enorme peso y se arrepintió de su desmedido orgullo.

En Sevilla podemos ver varias representaciones de San Cristóbal como por ejemplo la pintura mural de grandes dimensiones en la Catedral, realizada en 1587 por Matías  Pérez de Alesio, seguidor de Miguel Ángel, sobre todo en la monumentalidad de las figuras. 

El San Cristóbal de Montañés

En Sevilla contamos además con la imagen del santo que talló en 1597 Martínez Montañés (1568-1649), es su primera obra documentada.  Encargada por la antigua hermandad del gremio de los guanteros de Sevilla , se contrató el 19 de agosto de 1597 por cuatro guanteros feligreses de la collación del Salvador y vecinos de la calle Francos: Lucas Chamorro, Gabriel Ramírez, Diego de Rivera y Luis Gómez.

El San Cristóbal del Salvador / IAPH

 

“Una talla colosal que alcanza los 2,47 metros, la de mayores proporciones realizadas por su autor. Sigue las formas propias de Manierismo italiano de la segunda mitad del siglo XVI, en su monumentalidad y en la valentía de su postura, aunque el conjunto se caracteriza por el equilibrio y la perfección anatómica del santo. Realizado en madera policromada en el habitual tono mate de su autor, está vestido a la usanza de la Sevilla de 1600 (un ropaje popular de calzas remangadas que se repetirá en otras piezas del siglo XVII), y fue concebida para procesionar, lo que se constata en el juego de líneas abiertas en que se organiza su composición .En el contrato de la obra se especificaba que Montañés emplearía madera de pino de segura y que el grupo escultórico estaría ahuecado por dentro para aligerar su peso” (Manuel Jesús Roldán)

“Ha sabido unir el artista los dos rostros del Santo y del Niño en un contraste lleno de unción: la fortaleza de San Cristóbal con un gesto de admirable veneración, y la dulzura tierna del Niño posado en su hombro. Así quedaba expresada la protección sobrenatural para el Santo caminante La capacidad contrastada de expresiones interiores se pone de manifiesto en esta gran obra de Montañés: la fuerza que mantiene la veneración y el asombro en el Santo, con la dulzura inefable y cercana del Niño protector. (Fernando Gª Gutiérrez, S.J.)

“Corpulenta figura en madera policromada, que mide 2.20 metros, cuya monumentalidad es de origen migelangelesco, con versiones diversas en el arte de la época. Magistral la composición, distribuida en un trapecio superior y un triángulo inferior, cuidando total y pormenores. Es uno de los Catorce Santos Auxiliadores…: Maravilloso conjunto de la figura del Santo portador del Niño Jesús, en la que con estética de la expresión el maestro valora cabezas, ropajes y cuantos elementos integran la composición, de acusada monumentalidad” (José Hernández Díaz.)

 

Una procesión motorizada

La hermandad de los guanteros de San Cristóbal se extinguió en el siglo XIX y la imagen permaneció en la entonces Parroquia del Salvador. A mediados del siglo XX el párroco Andrés Guillén Morales, recuperó el culto a la imagen de San Cristóbal con la colaboración del teniente coronel jefe de los servicios de Automovilismo de la Segunda Región Militar, Vicente Pérez Sevilla, y de Joaquín Sánchez Gañán.

El día 10 de julio se celebraba San Cristóbal y se bendecían vehículos de distintas características: turismos, autobuses, camiones, furgonetas e incluso coches de caballos, y en 1954 comenzó procesión motorizada en la que todo iba sobre ruedas, siguiéndose con la bendición de vehículos. A partir de 1955 la fiesta de la bendición se celebró en la Glorieta de Isabel la Católica del Parque de María Luisa, con la presencia de las hermandades que radicaban en el Salvador.

Hasta 1969 la procesión siguió sin problemas pero comenzó a decaer hasta 1976 en que se celebró por última vez. Además de la procesión en el día de su festividad, salía también en el cortejo del Corpus de la hermandad sacramental del templo de El Salvador.

La procesión por la Glorieta del Cid.
Archivo familiar, Reyes Pro

Quizás algo influyó en el cese de la procesión de San Cristobal el hecho de que en la Iglesia católica, su culto, a pesar de su extensión y de su importancia histórica, fue puesto en duda por el Vaticano en 1969 considerando la existencia de San Cristóbal como una historia apócrifa o leyenda, En la iglesia ortodoxa se le siguió rindiendo culto como mártir y santo muy milagrero.

Contamos con varios testimonios gráficos, por ejemplo del gran fotógrafo Martin Cartaya, ya publicados en varios medios y otros tres del archivo de la familia Pro, totalmente inéditos hasta ahora y que hoy publicamos. Estos últimos datan de los años finales de la década de los 60.

La procesión por la Avenida, a la altura del Archivo de Indias.
Archivo familiar, Reyes Pro

Vemos la procesión circular de vuelta del la bendición de vehículos en el parque de María Luisa, por la Glorieta del Cid, por la Avenida (actualmente de la Constitución) y por la Plaza de San Francisco).

En las tres se aprecia el exorno del “paso” tirado por un jeep, además de un tractor que iba como posible sustituto de este si sufría una avería (cosa que en algún año sucedió).

La procesión por la Plaza de San Francisco.
Archivo familiar, Reyes Pro

Además se puede constatar la escasa afluencia de espectadores a esta singular procesión, puede que motivada por la poca popularidad que tuvo siempre la iniciativa (muchas personas de Sevilla con edad suficiente para haberla conocido no la recuerdan) o por los rigores del calor del mes de julio en esta ciudad de Sevilla. 

Reyes Pro Jiménez, historiadora y bibliotecaria

Fotos: IAPH / fotógrafo Martin Cartaya










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