Domingo en Carmona. Antonio Sánchez Carrasco

Ayer hubiera sido el día. El domingo previo al de Pentecostés. Carmona se va al Rocío. Se iba o se va, porque aunque no haya Romería, en nuestros recuerdos siempre tendremos en la cabeza esos domingos por Carmona.

Ese desayuno temprano con la copa de anís los hermanos, que para eso estamos en Carmona. Y después subir hasta la iglesia del Salvador, donde se venera entre otras muchas devociones, aquel Cristo que con la semejanza del Señor del Gran Poder y la advocación de Divina Misericordia hizo mi compañero de servicio militar Jesús Iglesias, que ahora vive en Chile y hace escultura realista.

Tras la misa de romeros la carreta saldría camino de la prioral, la iglesia de Santiago y después camino de la Puerta de Sevilla, donde la petalada se convierte en épica.

Y de ahí vuelta a Sevilla con esa sensación de haber iniciado ese camino que nos lleva hasta la Virgen.

Y por la tarde en Juan XXIII volveríamos al milagro anual de la salida de aquella Virgen que llegó a los altares por votación popular. Aquella Virgen de la Anunciación que recibió la visita del Ángel. Y hubiéramos también acompañado a la Auxiliadoras que hoy hubieran procesionado por su santo.

Seguimos sumando ausencias al año de las ausencias. Pronto volveremos a vivir aquello que hoy nos falta. Que nunca falte la Esperanza.

Fotos: Antonio Sánchez Carrasco.