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El Poder de La fotografía antigua 6: “El que se mueva no sale en la foto. Primera Parte”


Mariano López Montes. Aunque la consabida frasecita que encierra lo suyo, pudiera sonarnos a Guerrista, parece ser que sus orígenes surgieron años más atrás y al otro lado del Atlántico, más concretamente en ese querido país al que se le canta que es lindo y querido, y que no puede ser otro que México o Méjico, y su autoría, con fines políticos, corresponde a Fidel Velázquez (1900-1997), líder político y sindicalista de la CTM (Confederación de trabajadores de México), esta frase lleva implícita la sumisión al poder, la disciplina para acatarlo, y la tentación y el peligro que supone cualquier insumisión o disidencia.

Esta frase también puede cobrar un sentido en aquellos antiguos y pioneros fotógrafos cargados en ristre con aquellas antiguas “máquinas de fotografiar” y sus trípodes que algunos cursis denominaban “tres pies fotográficos”, y que como resultado de aquellos tiempos de exposición largos, el que quisiera salir bien en la foto tenía que estar más tieso que una vela, ya que si se movía algo salía difuminado o movido y espectral. Por eso La fotografía antigua y la estática iban tan parejas.

En esta ocasión visualizaremos una de estas fotos, la primera corresponde al año 1912, en que el autor ha inmortalizado para siempre la Cruz de Guía de la Cofradía Macarena, parada en la esquina del actual Parlamento, y después de su tradicional recorrido por los callejones.

Congelar el tiempo es una de las magias que ofrece la fotografía, ya que por el tiempo trascurrido ninguno de los personajes que componen la escena se encontraran actualmente entre nosotros, ni tan siquiera el autor de la instantánea que aunque en aquellos tiempos el fotógrafo era un ser que aplicaba en cada disparo la magia de su arte, por otra parte era tan humano y a la vez mortal como todos aquellos que gracias a la nueva tecnología inmortalizó.

Lo importante para mí es que en este real túnel del tiempo hecho en papel, por unos instantes y dependiendo de nuestro interés y poder de atención, van a cobrar vida una serie de personas en el gran día de la fiesta y el sentimiento de un barrio, que no podía ser otro que una mañana de Viernes Santo en el recorrido de recogida de la Hermandad de la Macarena. El protagonismo mezclado con el orgullo de pertenecer a algo grande pero a la vez propio y no impuesto se dibuja en sus caras, nunca con gesto cansado después de la noche, sino con el ánimo de congelar este instante para siempre a través del nuevo invento. La Cruz de Guía que no es la actual se alinea en una posición central y a su alrededor y en línea se disponen otros nazarenos a cara descubierta, como era costumbre en la época en varias cofradías sobre todo de la Madrugá y de gran arraigo popular, la escena la flanquean las dos bocinas y otros nazarenos con cirio, con varas y el propio Senatus que aparece en un segundo plano y a poca distancia, es digno de atención el nazareno con bigote y de más baja estatura que aparece en el lado derecho que porta una vara pequeña y que en otras fotografías hemos comprobado que podía tratarse del diputado de Cruz de Guía, que marcaba su tiempo y recorrido. No obstante me quedo con el motivo de aquel niño de corta edad, que perfectamente revestido con la túnica macarena, no adopta ninguna actitud infantil propia del juego y la edad que tiene, ya que con su pequeña varita adopta una postura erguida, mezcla de seriedad y a la vez orgullo de ser y pertenecer a una cofradía, una devoción que a veces se transforma en pasión por unas Imágenes y una forma propia de ver y entender la vida que es nuestra propia y a la vez verdadera forma de vivir la religiosidad, canalizada en una fe y una tradición que heredamos de nuestros mayores.

Tendríamos una visión incompleta del conjunto si solo nos quedáramos con el grupo de nazarenos que integran este grupo más o menos configurado, pero nos quedaríamos a medias tintas y perderíamos una parte importante de aquella realidad social de más de cien años de evolución, si no tuviéramos en cuenta esa ingente cantidad de personajes de a pie, quizás amigos de estos o vecinos del barrio que en un segundo plano se asoman por detrás de estos primeros protagonistas y se empinan o buscan espacio entre los huecos para también poder salir en aquella maravillosa invención que se llamaba la fotografía, y que era ejercida con gran expectación de los presentes cuando aparecía alguno de aquellos escasos pioneros del nuevo arte, que te hacía solo con aparecer en sus cuadradas maquinas, el viaje a una eternidad hecha de papel como podemos disfrutar al contemplar estas antiguas fotografías

Fotos: Mariano López Montes.










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