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Jueves pastoreños. La Pastora Coronada (I). Francisco Javier Segura Márquez


Aún resuenan los ecos de la celebración de Santa María Reina en toda la Iglesia Católica. En la anterior entrega de nuestro serial semanal, tuvimos la oportunidad de acercarnos a la importancia que la Realeza Universal tiene para nuestra Corporación como creencia defendida, con Voto Solemne, antes que ninguna otra en el mundo entero. Hoy queremos acercarnos al fundamento iconográfico e iconológico de esta Realeza Universal de María, así como al modo de representación que, en torno a la Divina Pastora, ha tenido a lo largo de la historia.

 

No es preciso profundizar en demasía sobre la importancia que los dogmas marianos, así como las piadosas creencias asociadas a ellos, tuvieron para Fray Isidoro de Sevilla a la hora de configurar la iconografía de María Santísima con traje y título de Pastora. Amén de los atributos pastoriles reflejados en el lienzo primigenio, a poco que alcemos la vista sobre la hermosísima doncella en él representada, podremos contemplar cómo dos serafines portan en sus manos una corona en ademán de hacerla descansar sobre las sienes de Nuestra Señora. Este complemento iconográfico puede rastrearse a lo largo de toda la historia del arte europeo.

 

Desde la primera representación documentada de la Coronación de Nuestra Señora en la catedral de Senlis hacia 1170, la iconografía de este tema se ha manifestado siguiendo dos modelos fundamentales. Uno de ellos, a través de la presencia de Cristo, que impone la presea sobre las sienes de su madre. El otro, con dos serafines que acercan la presea y la mantienen suspendida sobre la cabeza de la Bienaventurada Virgen María. Al haberse decantado Fray Isidoro en un principio por representar a Cristo en el Cordero Divino, y estar manifiesta la Santísima Trinidad en las tres rosas que la Virgen sostiene en su mano izquierda, el capuchino optó por incluir la Coronación de Nuestra Señora en el lienzo primigenio a través del modelo de los dos serafines coronantes.

 

Posteriormente, surgieron versiones más complejas en las que una o varias Personas de la Trinidad efectuaba la coronación o estaba presente en dicho momento, recuperando así, avanzado el siglo XVIII, las originales representaciones medievales de la Coronación. Una de las versiones más interesantes y difundidas de la “Divina Pastora Coronada por la Santísima Trinidad” fue ejecutada, ya en el siglo XX, por el pintor Juan Antonio Rodriguez, por encargo de Fray Juan Bautista de Ardales, para la colección del Museo de la Divina Pastora sito en el Convento sevillano de las Santas Justa y Rufina.

 

La tradición afirma que Fray Isidoro apostó por incluir estos ángeles en una reflexión posterior al encargo del lienzo primigenio, fechada el 15 de Agosto de 1703, pero probablemente la representación de la Coronación estaba planteada desde un principio. El peso simbólico que tiene en el conjunto de la iconografía pastoreña la Coronación puede intuirse en el título del libro con el que Fray Isidoro pondría los fundamentos de su idea predicable. A esta primera publicación monográfica la llamó “́La Pastora Coronada” y fue dada a la imprenta en 1705, cuando había visto la luz la primera imagen de talla, que desde entonces, venera nuestra Hermandad.










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