Provincia. Castilblanco de los Arroyos coronó con corona de humildad a Santa María de Escardiel

Manuel Pinto Montero. Ni el mismo rey santo, Fernando III, pudo imaginar la belleza con la que amaneció el pasado sábado 21 de mayo el pueblo de Castilblanco de los Arroyos que se engalanó para el día que quedará escrito con letras de oro en los anales de su historia. Se daban los últimos retoques en las calles y los vecinos emocionados no creían aún que pudiesen contemplar esa estampa tras dos años de espera. Cohetes en el cielo llamaban a los castilblanqueños para acudir a las plantas de su Madre y pastora, Santa María de Escardiel, que aguardaba bajo su palio de tumbilla la tan anhelada Coronación Canónica.

Han sido años de trabajo, de frustraciones porque nadie podía imaginar que aquel histórico mayo de 2020 tuviese que trasladarse dos años después porque el mundo se paralizó con la pandemia. Pero Castilblanco de los Arroyos, sus vecinos y devotos supieron aguardar la espera siempre bajo la protección maternal de la Virgen de Escardiel.

Las puertas del Templo Parroquial del Divino Salvador donde, desde el 2020, es venerada la Virgen de Escardiel se abrían para dar paso a un largo cortejo de hermanas con mantillas y de representaciones de Hermandades locales y de la provincia venidas para acompañar a la Hermandad de Escardiel en un día histórico. A las cinco y treinta y siete de la tarde el palio que cobija a la Virgen de Escardiel avanzaba por la nave central del Templo para comenzar un histórico traslado hasta el Altar de la Coronación en el barrio del puente.

Abría el Cortejo la Sección Musical María Inmaculada de Huelva por unas calles que se encontraban completamente engalanadas. Mientras se avanzaba por la calle Jacinto Benavente, Santa María de Escardiel atravesaba el dintel del Templo entre lágrimas y ovaciones de su pueblo. La Banda del Carmen de Salteras acompañó con sus sones tras el palio de la Virgen. El cortejo continuó por la Avenida de la Paz y Virgen de Gracia antes de llegar cerca de las siete de la tarde al Altar montado en la Avenida del Puente, un barrio tan emblemático para la Hermandad.

Antes del comienzo de la Eucaristía el Arzobispo de Sevilla, donde José Ángel Saiz Meneses, se acercó hasta la bendita imagen de la Virgen para rezar ante ella. A las ocho de la tarde daba inicio la celebración que contó con los sones romeros de su Coro y numerosos sacerdotes y diáconos que están vinculados al pueblo de Castilblanco. Las coronas fueron portadas por cuatro jóvenes de la localidad en las andas cedidas por la Hermandad de los Dolores del Cerro del Águila. Tras la bendición de las preseas y ante las representantes de la Asociación Española de la lucha contra el Cáncer, Madrinas de la Coronación, se procedió a imponer sobre las benditas sienes de la Virgen de la Escardiel la corona de los Humildes como su pueblo la ha nombrado.

Eran las ocho y treinta y seis de la tarde cuando Monseñor don José Ángel Saiz Meneses imponía la Corona a Santa María de Escardiel entre la emoción de sus devotos y entre cantos de glorias. Ese momento tan soñado por su pueblo de Castilblanco de los Arroyos se hacía realidad después de una larga espera. La Virgen de Escardiel había sido coronada por su pueblo en el corazón de un barrio que palpita en cada Venida de la Virgen desde su blanca Ermita.

Esta Coronación Canónica ha sido la primera llevada a cabo por Monseñor José Ángel Saiz Meneses desde que es Arzobispo de Sevilla aunque fuese aprobada por don Juan José Asenjo Peregrina. En palabras del Arzobispo este momento histórico hará que quede siempre unido el pueblo de Castilblanco de los Arroyos al corazón del Arzobispo.

La Hermandad había preparado con mimo cada detalle en un hermoso altar. Santa María de Escardiel Coronada es una talla gótica de 1247. La imagen se transformó en el siglo XVI, cuando se adaptó para vestir. La talla del Niño Jesús se sustituyó en el siglo XVII. Para esta ocasión lució saya blanca bordada y manto de tonos turquesas. El palio que la cobija está datado en los años setenta del siglo XX y estuvo bellamente exornado con distintas flores y tonos.

Tras finalizar la Eucaristía se inició la gloriosa procesión que llevó a Santa María de Escardiel Coronada por los rincones principales de su pueblo. A las diez y cinco el Señor Arzobispo hacía la llamaba al paso y se iniciaba el regresó al Templo entre vivas y ovaciones a la Madre de Dios. Con mimo sus costaleros la bajaron del altar ante la atenta mirada de todo un pueblo que se arremolinaba a su lado para acompañarla en este paseo triunfal.

No había cortejo, ni Hermandades pero si todo su pueblo al lado cuando abandonaba el recinto de la Coronación que la despidió con un castillo de fuegos artificiales y se adentraba por la Avenida Antonio Machado que la recibió engalanada. En este punto se iniciaron los rezos por sevillanas ante la Virgen de Escardiel que centraba todas las miradas. La Virgen cruzó la Plaza Amarillo buscando la Avenida de la Paz en una noche de ensueño para los castilblanqueños.

Flores de papel cubría el cielo de Castilblanco cuando la Virgen buscaba la Avenida de España o calles tan históricas como Fontanillas o León Felipe donde Hermandades como la de San Benito la recibía en sus puertas o la Corporación Municipal en las puertas del Ayuntamiento. La Virgen de Escardiel buscó el Templo Parroquial del Divino Salvador por las calles Primero de mayo, Juan Ramón Jiménez o Jacinto Benavente cuando ya la madrugada caía sobre la localidad.

El sueño que se inició años atrás se hizo por fin realidad en una tarde histórica para los castilblanqueños que coronaron a su Pastora como Reina y Señora con una corona de amor y devoción. Son setecientos setenta y cinco años de devoción de un pueblo a Santa María de Escardiel Coronada. Un pueblo que se postra a sus plantas como lo hizo el rey santo al pie de aquella encina que llenó de fe y consuelo la Sierra de Castilblanco de los Arroyos.

TRASLADO AL ALTAR DE CORONACIÓN