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¿La importancia de lo externo? La decadencia de los valores. Javier Ramos Sáez


Mi propósito es demostrar que de lo externo podemos aprender cosas, pero no todas. Como si de un empirista se tratase, no podemos aprender todo lo que sabemos mediante la experiencia de lo externo. Cuando nacemos no somos como una tabula rasa para ir adquiriendo todo nuestro conocimiento mediante lo a posteriori.

También tenemos otro conocimiento que es a priori, existen cosas que son más trascendentales y que están en otro plano de la realidad, en el eidético o de las ideas: un plano subyacente al sensible que conocemos.

¿De dónde aprendemos entonces que Dios existe?, ¿por qué sabemos diferenciar el bien del mal?, ¿por qué nos enamoramos de una persona cuando se sale de los cánones estéticos preestablecidos?, ¿de dónde viene la amistad?

La amistad, como el amor o el odio, no se puede tocar, ver, ni oler, no se puede abarcar y aún así sabemos que existe porque algo en nosotros nos impulsa a decir que eso es el amor o que eso es la amistad; aunque no lo veamos lo sabemos.

Estamos en una época superficial en que los gimnasios, la piel morena, los móviles, el consumismo y la exteriorización de los valores predominan y se hacen metas. Por el otro lado, las facultades de Física, Química, Matemáticas y Filosofía están desapareciendo progresivamente. Las ciencias primeras que fundaron la universidad de Sevilla van desapareciendo. ¿Qué es lo que pasa?

Hemos hecho una transvalorización de las cosas importantes, parece el mundo al revés. Por ejemplo, hoy es importante sentirse bien por fuera para sentirse bien por dentro, todo lo contrario como el adagio latino dice: “men sana in copore sano”. Nos dice que hay que sentirse bien por dentro para sentirse bien por fuera. Si una persona tiene patologías psicológicas en forma de traumas como depresión o ansiedad, por muy buen cuerpo que tenga nunca se sentirá realizada porque la mente manda más que el cuerpo en este caso.

Lo externo nos cohíbe y rodea toda nuestra personalidad. Entonces, ¿dónde dejamos a Dios? Le estamos reemplazando progresivamente y, con esto, todos los valores que por ser arcaicos no son retrógrados sino universales por su bien común y justo.

Dios es ese ser que percibimos con la razón y con las ideas, es decir; Dios es un ser captado mediante las herramientas eidéticas de nuestro conocimiento.

Construimos una ciencia de hechos, empirista y superficial de corte galileana: ensayista y medidora, mientras que la verdadera ciencia es de ideas y a partir de las ideas construimos los hechos. La ciencia olvida a Dios, pero sin El no habría ciencia alguna posible.

Lo mismo pasa con la ética, por muy universal que quieran ponerlo en occidente y por mucho que quieran alejarla de Dios y del dogmatismo cristiano, la ética moderna y occidental es puramente cristiana. Jesús nos dio algunas directrices sobre el trato a la mujer, la libertad, el amor y la justicia. Todos estos valores son tan verdaderos y universales que los estados del mundo lo recogen en sus constituciones. El derecho a la dignidad es cristiano, lo mismo pasa con la individualidad y la libertad del hombre.

El cristianismo fue el primero que apostó por la razón del hombre. San Juan dice en su evangelio que el principio fue el logos y, por ende, que Dios es el Verbo.

Escribo para contribuir a pensar no en lo fáctico e inmediato sino a pensar en lo que se esconde dentro de la realidad y a sacar su trascendentalidad. En pensar algunos minutos al día para uno mismo y buscarse, y apartarse de la vorágine de lo superficial.

Javier Ramos Sáez.










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