Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • viernes, 26 de abril de 2024
  • faltan 352 días para el Domingo de Ramos

Opinión. Culto externo... ¿e interno?. Juan Manuel Labrador Jiménez


 Los cofrades somos siempre los primeros que acudimos, sin pensarlo dos veces, a cualquier acto de culto externo, tales como procesiones, rosarios de la aurora, traslados, vía crucis... Ayer mismo, el Nazareno con la Cruz al Hombro de la Hermandad del Valle presidió, como primer lunes de cuaresma, el solemne y piadoso Vía Crucis de las Hermandades de Sevilla, que desde 1976, se viene celebrando ininterrumpidamente. 

Cuando una imagen sale a la calle, acudimos a verla, pero cuando se trata de un acto de culto interno... aflora la pereza, las pocas ganas de escuchar al cura, el desánimo para orar a Dios y a su Santísima Madre... Y eso mismo ocurrió anoche en la Catedral. Sevilla se desbordaba de cofrades que acudían a ver al Nazareno de la Iglesia de la Anunciación tanto en su traslado de ida como de vuelta, pero el mayor templo de nuestra archidiócesis, sin embargo, estaba un poco vacío. Había muchos cofrades, cierto, pero no los suficientes como para compartir una oración y meditación ante Cristo, justo ahora que comenzamos la cuaresma. 

De un tiempo a esta parte, ocurre lo mismo con los quinarios, triduos, septenarios y novenas de nuestras Hermandades. Aquellas que han de trasladar sus imágenes a otro templo para los cultos o funciones, como la Esperanza de Triana, la Estrella, el Baratillo, la Carretería... cuando sus imágenes habitan las calles, reúnen a su alrededor infinidad de devotos que luego, no obstante, no se acuerdas de ellas cuando se celebran días grandes, al consagrárseles los cultos con los que nos preparamos de cara a la estación de penitencia, que no desfile penitencial, porque emplear esta palabra, desfile, ya resta solemnidad a cualquier acto de los que celebremos. 

Hace falta practicar un poco más la oración, participar en la Eucaristía, recibir a Dios en la Comunión y reconciliarnos siempre con Él cada vez que nos caemos o desfallecemos ante la pena de un pecado cometido y del cual nos arrepentimos. 

Es importante acudir a visitar a nuestros titulares, dedicando, primeramente, una oración, un saludo, a Dios mismo reservado en la intimidad de su Sagrario, y posteriormente, dirigir nuestras miradas, palabras y emociones a las imágenes de nuestra más sincera devoción, sin olvidar que éstas son un medio para llegar a Jesús y a María. 

Practiquemos la oración, que no nos dé vergüenza rezar el Padre Nuestro y el Ave María con nuestros hermanos, proclamemos con orgullo el Credo, donde se resume toda nuestra fe, aquella que se renueva en las Funciones Principales de Instituto. Seamos conscientes de donde nos encontramos, y no le demos solo su lugar al culto externo, sino también al interno, y fundamentalmente, cómo no, a la Eucaristía.

Foto: Francisco Santiago










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.